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Trauma postparto
Me ha costado muchos meses poder hablar de mi parto y aún no se hacerlo sin ponerme a llorar. Me resulta difícil verbalizar lo que siento ahora y lo que sentí entonces y aún hay cosas del parto que no entiendo pero quiero y necesito pasar página y por eso me he decidido a escribir mi testimonio.
Durante estos meses no he hecho más que darle vueltas a lo que pasó aquellos días y mortificarme pensando que las cosas podrían haber sido diferentes; creo que todos los partos son mejores que el mío: cuando me cruzo con alguna madre paseando a su bebé la envidio suponiendo que ha tenido un parto maravilloso y lo mismo me pasa cuando veo a una chica embarazada la envidio porque tiene la oportunidad de que todo vaya bien.
Tuve un embarazo con todas la molestias típicas pero sin complicaciones importantes, conocía y confiaba en el hospital y en el equipo que iba a atender el parto, a priori todo parecía perfecto.
Cuando pasé de la semana 40 se respetó mi decisión de no inducir, el niño y yo estábamos bien. Pasaban los días y cada noche iba teniendo contracciones más intensas que paraban de madrugada, hasta que una mañana al levantarme me di cuenta de que estaba sangrando, me asusté, era fin de semana, desperté a mi chico y nos fuimos al hospital, allí me exploraron, me monitorizaron y me dijeron que todo estaba bien, que probablemente el sangrado se debía a que se estaba modificando el cuello. Volví a casa.
Seguí sangrando todo el día y a eso de las 7 de la tarde comenzaron las contracciones, al principio esporádicas y luego cada vez más regulares, no dejaba de sangrar, así que me di una ducha y nos fuimos de nuevo al hospital, era la 1 de la madrugada. Tenía miedo a lo desconocido pero al mismo tiempo estaba contenta porque se acercaba el momento que había estado esperando durante 9 meses, además era optimista y pensaba que todo iba a ir bien lo que me tranquilizaba.
Al llegar me exploraron, había dilatado 3-4 cm y el cuello borrado un 70% (no estoy segura). Ingresé.
Estaba en una habitación con mi pareja, me pusieron una vía y un monitor sin cables, cosa que agradecí puesto que me permitía escuchar los latidos del niño y sentir que todo iba bien a pesar de tanta sangre. Así pasaron muchas horas, escuchábamos música, paseábamos y bebía aquarius, cada cierto tiempo venía una matrona (varias distintas, no recuerdo los nombres), me exploraban y todo igual, no pasaba de 4 cm, algunas me hacían daño, supongo que me llevé algún Hamilton sin avisar pero no me importó. Alrededor de las 4 o 5 de la madrugada me propusieron romper la bolsa y ponerme oxitocina para acelerar el parto, me negué. El resto de la noche transcurrió igual, aunque yo cada vez estaba más nerviosa porque empezaba a pensar que las cosas no iban tan bien como esperaba.
Por la mañana apareció mi ginecóloga, me sentí algo más tranquila, confiaba en ella, sabía que quería un parto lo más natural posible y me puse en sus manos. Me pidió permiso para romper la bolsa y accedí, luego me pusieron oxitocina, a partir de este momento se acabó beber agua y disminuyeron los paseos (el monitor perdía señal y pitaba si me movía demasiado). Las contracciones se volvieron más intensas, largas, seguidas y dolorosas, pero soportables. Empecé a dilatar, 6 cm y las contracciones se transformaron en una única y continua sin descanso, tan dolorosa que no aguantaba en ninguna postura y pedí la epidural. Como no me podía sentar del dolor me quitaron la oxitocina para que pudieran pincharme, fue muy rápido y antes de que el anestesista me explicara cómo funcionaba la bomba ya había dilatado 10 cm, la pega fue que sólo me durmió un lado. Vino la ginecóloga otra vez decidida a sondarme aunque la matrona le dijo que acababa de ir al baño (llevaba menos de 2 minutos con la epidural y fui al baño justo antes), le dio igual y me sondó, creo que en ese momento me di cuenta de que ya no era una persona sino un parto más, que no podría escapar de los "protocolos" y tuve miedo.
Me quedé a solas con mi pareja, ya no me dejaban levantarme, aún tenía dolor pero era soportable. Al poco rato tuve ganas de empujar, cada vez más ganas y avisé a la matrona. Me dijo que podía probar a empujar cuando tuviera ganas, lo hice, la frecuencia cardiaca del niño bajó, me puse de lado y lo intenté de nuevo, cada vez bajaba más. Me dijo que no empujara más, pregunté si todo iba bien y me dijeron que era normal.
A los pocos minutos sentí revuelo fuera de la habitación, entró mucha gente, escuché: paritorio o quirófano, y me llevaron al paritorio. Allí había 2 ginecólogas, la matrona y un pediatra, mi pareja no llegaba. La matrona me preguntó por la analgesia que aún no me había dormido un lado y si estaba cómoda (yo había pedido parir sentada y aquello era una mesa de partos normal), no estaba cómoda, tenía más miedo. Oí a la ginecóloga decir a pediatra que era un parto instrumental (a mi nadie me explicó nada) y pensé que tenía que empujar con todas mis fuerzas para evitarlo y así lo hice, entonces dejaron pasar al padre, le cogí la mano, luego escuché: voy a hacer "epi", no dije nada, y mi hijo nació. Le abracé, lloramos, no sentí amor, sentí alivio de que todo hubiera terminado y él estuviera bien. Me dolió cuando me apretaron la tripa para que saliera la placenta, me dolió cuando me cosieron. Aún así estaba orgullosa por haber parido, por haber confiado en que podía hacerlo aunque era la única de aquel paritorio que confiaba en ello y nunca sabré por qué.
Fuimos a la habitación, me ayudaron a poner al niño al pecho, le costó engancharse pero lo hizo. A los 2 días nos fuimos a casa, me habría ido mucho antes. Recuerdo sentimientos encontrados, me sentí defraudada con mi parto por la falta de información, el miedo y el trato "automatizado", entiendo que no fue un parto normal y no cuestiono si las cosas se hicieron bien o mal, quiero pensar que bien, pero me sentí sola y perdida.
Lo que vino después fue una auténtica pesadilla, no tengo recuerdos nítidos. A la semana una endometritis por restos placentarios, vuelvo a ingresar para un legrado, no quería. Solo recuerdo el momento en el que vienen a buscarme para llevarme a quirófano, estaba dando el pecho a mi hijo, esperaron a que terminara y me despedí de él, le dejé en brazos de mi madre y por un instante sentí que no volvía a verlos, ahora entiendo la expresión de "partirse el alma", a mí se me partió aquel día, no puedo recordarlo sin llorar, tampoco el momento que que me desperté de la anestesia general sin saber lo que había pasado ni cuanto tiempo, estaba empapada por la leche que chorreaba, el niño tendría hambre, yo lloraba ... pasaron horas. Luego sólo recuerdo dolor, mucho dolor.
Me he sentido y me siento muy culpable por seguir llorando, por no haber podido atender a mi hijo, por haber perdido la lactancia, y sobre todo por no haber aprendido a quererle de verdad hasta ahora (meses más tarde), a sentir que es una parte de mi, la más importante.
Cada día desde entonces miro mi cicatriz, que se abrió y ha quedado ensanchada e insensible, aun la siento todo el tiempo, mi labio menor se ha deformado. Nunca me había importado demasiado el aspecto de mi vulva, ahora me importa. Al mirarla lo revivo todo. Como secuelas me han quedado incontinencia e ITUs de repetición.
Desde entonces no paro de leer testimonios sobre el parto buscando algo de consuelo, no pienso en otra cosa, no soy capaz de concentrarme en nada, tengo insomnio (y eso que mi hijo duerme del tirón).
En todo este proceso no he encontrado ayuda, me pusieron la etiqueta fácil de depresión postparto, pero no estoy deprimida, estoy T-R-A-U-M-A-T-I-Z-A-D-A, no es lo mismo. Los antidepresivos no consiguen que se me olvide esto, siento que aún falta tiempo y lágrimas para poder perdonarme y perdonarles por como ha afectado todo esto al vínculo con mi hijo, a mi vida de pareja, a mi autoestima.
Necesito pasar página para poder recordar el nacimiento de mi hijo como el mejor momento de mi vida, no como una pesadilla. Necesito reconciliarme con mi parto, necesito volver a ser yo. Creo que el primer paso es poder contarlo y os doy las gracias por dejarme hacerlo.