Cada historia de parto, pvdc o pvd2c que llega hasta mí, me hace reconocer la inmensa suerte que tenemos las mujeres que somos bien acompañadas. No cambiaría nada de aquella noche. Ni un solo minuto, ni un miedo, ni una contracción, ni siquiera aquel periodo de estancamiento de la dilatación. Todo lo que sucedió aquella noche lo atesoro en mi corazón.