"Y en este momento recuerdo una entrevista con un pediatra alemán que me quedó grabada porque él decía que si un país quiere fomentar la natalidad no puede machacar así a las mujeres en el parto, porque lo único que se consigue es que estas mujeres se vayan a su casa rotas y sin ganas de tener más hijos. Para él hay una relación directa entre como una mujer sea atendida durante el proceso del parto y el número de hijos que tiene."
Las que se llevan la peor parte, sin paliativos, son las mujeres que han pasado por semejante experiencia traumática. Se me saltaban las lágrimas leyendo el relato del post y lo que he sentido no es ni una milésima parte de lo que sintió esa mujer, que vivió una historia del terror más macabro en toda regla.
Sin embargo, las allegadas que hemos tenido conocimiento de las vivencias de una parturienta - que en muchos casos, a pesar de su gran crudeza, distan mucho del encarnizamiento aquí relatado - pues eso, las allegadas a veces cogemos mucho miedo a los ginecólogos, que no al parto. Esa desconfianza puede llegar al punto de plantearnos si queremos tener hijos, a pesar de saber que ya hay matronas que atienden en casa y hospitales que están empezando a aplicar protocolos más humanizados.
Desde luego, habrá que alinear a los ginecólogos junto a la precariedad laboral y los bajos sueldos a la hora de explicar las razones de la baja natalidad de este país.