Intentar llegar a los porcentajes que marca la ciencia como razonables, no es una cuestión de osadía, sino de buena práctica.
Ni una cesárea de más, ni una cesárea de menos.
Animo a los hospitales que duplican sus tasas de cesáreas a que se replanteen su forma de trabajar, porque detrás de cada cesárea innecesaria, una mujer se va a su casa destrozada. Ya está bien de que las mujeres absorbamos las consecuencias de una medicina intervencionista y yatrogénica.