No soy madre ni pretendo serlo en un futuro próximo. Nunca he estado embarazada ni he pasado por una gestación o por un parto. Apoyo iniciativas como el Parto es Nuestro, por la simple razón de que me gustaría vivir en una sociedad donde los derechos humanos y los derechos de las mujeres se extendieran también al periodo de embarazo y parto; que el primero no fuera considerado un mero trámite camino a la maternidad y el segundo una enfermedad donde la mujer ocupa un mero rol pasivo. Eso implica luchar por un parto respetado, por el empoderamiento de la propia mujer y de su sexualidad, y en consecuencia, contras las cifras tan alarmantemente altas de cesáreas que se llevan acabo sin barajar otras oportunidades, sin tener en cuenta riesgos, a veces contra los propios deseos de la madre o contra la evidencia empírica. ¿Todas estas mujeres tienen unos hijos sanos y preciosos? Claro que sí. Y estoy segura que son felices junto a ellos y unas excelentísimas madres. Pero eso no implica que pasar por un cesárea experimentada como traumática, no pueda suponer un periodo de crisis en sus vidas. Esas mujeres tienen derecho a decir bien alto que no, que su parto no fue el que esperaban, que lo vivieron con angustia y con temor, que sienten tristeza y rabia por lo no vivido. Porque sí, resulta que un parto traumático puede generar todo eso. Incluso un periodo de duelo, porqué no. El duelo es la pérdida, no la muerte: pérdida de personas amadas, de estatus social, de materiales preciados, de vivencias, de la propia integridad del cuerpo... ¿Cómo no va a entrar un parto traumático dentro de esa definición? Que no hombre, que no, que no basta con que sus niños hayan nacido sanos, que eso no quita para que esas mujeres hayan sufrido y sigan sufriendo, para que tengan derecho a expresarlo, porque expresarlo, es la mayor cura que pueden tener y expresarlo, puede servir para ayudar a otras mujeres. Por supuesto que no todas las cesáreas implican esa situación, pero las mujeres que la están viviendo, no fingen, ni exageran ni tienen porqué conformarse con que tengan hijos sanos, mucho menos callarse y mucho menos evitar mostrar sus propios sentimientos solamente para ser buenas madres. Lo son. Claro que lo son. Si no lo fueran a santo de qué se iban a preocupar por sus partos, por las consecuencias sobre sus hijos, sobre ellas mismas como madres. A vosotras, mujeres valientes, gritarlo, gritarlo bien alto, expresarlo con total libertad, porque tenéis derecho a ello, porque es normal y es válido que os sintáis como os sentís, pero en medio de esas emociones, sentiros también capaces: de ser buenas madres, de ser capaces de vivir un nuevo parto de forma distinta, de ser las mujeres valientes que sois. No dejéis que nadie os quite vuestro duelo, es vuestro, y tenéis derecho a manifestarlo como necesitéis y os de la gana.