Matronas de La Paz, a mí se me acabó la simpatía cuando una de vosotras me monitorizó internamente porque sí. Me chutó oxitocina porque "si me haces caso pares rápido". Me dejó moradas las costillas con un Kristeller, esa práctica fantasma que nunca referís en las historias clínicas. Se me acabó el humor cuando me rajaron los genitales con una "simpática" episiotomía de la que no me recuperaré jamás. Vosotras, las que deberíais estar al lado de las mujeres, que os estamos diciendo muchas que nos habéis ofendido y ni tenéis la humildad de reconocer que, quizás, el numerito no ha estado acertado. Y aún tenéis la "inteligencia" de insultar a las que no os aplaudimos la broma. Por suerte, hay matronas como Choni que nos hacen recuperar la fe en vuestra profesión.