Que la falta de recurso haya sido y sea el motivo por el que mujeres y niños mueran ante una eventualidad no quiere decir que la posibilidad de disponer de esos recursos implique utilizarlos si o si en protocolos que, lejos de ayudar en un parto, acaban propiciando la necesidad de intervenciones mayores.
Deberíamos aprender a utilizar nuestros medios con la cautela necesaria, agradecidos y agradecidas de tener en nuetras mannos los medios necesarios para atajar una eventualidad, pero sin abusar de esos medios a costa de interferir en un proceso absolutamente normal por el simple hecho de alardear de lo mucho que sabemos o de justificar nuestra presencia en un parto, cuando resulta que el mejor partero es ese: el que saber estar presente y atento pero se abstiene de intervenir sin necesidad.
Y yo, que hablo desde la experiencia de varios partos, puedo asegurar que quien más me ayudó, menos daño me hizo y supo fomentar una fantántisca experiencia, fueron quines me supieron acompañrme sin interrumpir, dándome la confianza necesaria para parir por mi misma.
Hablamos de vida y muerte, pero no creo que salvar vidas justifique en ningún modo traumarlas para siempre. Y eso es lo que se hace hasta hoy en la mayoría de los casos en los que se interviene.
Conocimiento y recursos si, intervención y abuso NO