Yo no tengo hijos, pero cuando lo leí me abrió los ojos a una serie de prácticas que me parecieron aterradoras -la que más me impactó fue la monitorización del feto- y que desconocía. Bueno, no es que las desconociera, es que no sabía que no son necesarias ni mucho menos imprescindibles, que es lo que el sistema sanitario español te hace creer. Prácticas que hablan de misoginia, de desprecio a la mujer y al bebé. De crueldad gratuita. Tampoco sabía que las cosas no son así, no son igual, en todos los países europeos, y que por ejemplo en Inglaterra el trato que se les da a madre e hijo es muy diferente de cómo van las cosas por aquí. Hay que empezar a cuestionarse y a exigir muchas cosas. Desde que lo leí, se lo he regalado y/o recomendado a varias mujeres jóvenes, embarazadas o que planean-y el verbo lo elijo adrede, claro- tener hijos pronto, y me alegra decir que les ha hecho plantearse muchas cosas; me siento especialmente orgullosa de haber conseguido -bueno, yo no, el libro de Irene Garzón, comadrona- abrir los ojos de una médica que va a dar a luz en unos meses y que ya se ha buscado un entorno apropiado, acogedor y fuera de la norma habitual española para parir. muchas gracias, Irene.