Hola, estoy totalmente de acuerdo con el artículo, y os cuento mi caso por sí os inspira. En mi primer embarazo tenía súper claro que quería un parto natural, busqué por internet que doctores podían apoyarme en lo que quería en mi ciudad y fui a por ello, lamentablemente después de dos días de bolsa rota y dos días de contracciones sin dormir y dilatación lenta, el parto no progresaba y el ginecólogo me propuso ponerme un relajante muscular, pero al ver que estaba totalmente dilatada y que no tenía ninguna sensación de empuje, dijo que lo mejor era una cesárea, yo no sabía nada más que pudiera hacer en ese momento, así que también por no poner en riesgo a mi hija, accedí a la cesárea. No fue la cesárea que yo pedí, mientras me sacaban a mi hija, yo lloraba, me la enseñaron un segundo y se la llevaron inmediatamente, lo único que sí respetaron es que en caso de no dármela a mi inmediatamente se la pusieran piel con piel con el padre, eso me consoló un poco, tuve que esperar tres horas en la sala de despertar, mientras escuchaba estúpidas conversaciones de las enfermeras, para poder abrazar a mi hija. El médico me dijo que tenía el cordón enredado alrededor de los hombros y que por eso no podía nacer naturalmente. A los seis meses del nacimiento de mi hija y de una forma un poco inesperada me quede embarazada de mi segunda hija, no fue algo planificado después de una cesárea tan reciente, pero simplemente sucedió, cuando fui a la ginecóloga, al saber que había tenido una cesárea reciente directamente me programó la fecha de una cesárea, la miré a los ojos me puse a llorar, y me dije de ninguna manera voy a tener una cesárea, a mi hija la paro yo y va a nacer cuando ella quiera. Evidentemente, no volví a esa ginecóloga. Hice mucha investigación por internet, me compré libros, hablé con doulas y matronas, y lo tenía súper claro. Elegí un hospital que tenía fama de respetuoso, y fui a por todas, esta vez sentía que todo iba bien y que mi niña podía nacer naturalmente, cuando me puse de parto, me tocó una matrona muy joven, como sabía lo de la cesárea previa, no se quiso arriesgar y no me dejó usar la bañera y me tenía controlada todo el tiempo con monitores, en ese momento sabía que no era el momento de pelearme con ella, sino de centrarme en mi misma y mi hija, y como tenía la certeza de que iba a parir, no dejé que eso me desanimara, eso si me puse en plan salvaje, hice todo lo que me salía del alma, me desnudé, la camilla no la use para nada, movía las caderas con las contracciones y el dolor, y dejaba que gritos o cualquier otro sonido salieran de mi garganta, me daba igual todo, no quería bloquear nada que saliera de mi cuerpo, sabía que todo iba bien y que iba a parir. Estaba todo tan acompasado que dilate antes de lo que la matrona se esperaba, le dije que quería parir de cuclillas en el suelo, mi pareja me agarró por detrás para sostenerme y la matrona se puso delante, la bolsa no se rompía y ella creo que se asustó, porque creo que en algún momento bajaron los latidos de mi hija, así que disimulando me rompió la bolsa, en aquel momento tampoco me importó eso, ni su voz chillona diciendo repetidamente empuja aquí, mientras me señalaba con el dedo un punto en mi vagina, yo estaba concentrada en mi cuerpo y mi cuerpo iba todo a una a empujar, me sentía poderosa, sentí que paría al mundo, y allí salió mi pequeña Gaia, salió como disparada con todo el pelo echado a un lado, se la arrebaté a la matrona de las manos y me la puse en el pecho, ella empezó a mamar, mi cuerpo sabía lo que tenía que hacer y yo lo escuché, la placenta cayó por sí sola, miraba a mi hija, la besaba, era la mujer más feliz del mundo.
Lo único que cambiaría del artículo es la palabra lucha, yo no usaría esa palabra, cuando tienes la certeza en tí misma, la lucha no existe, no tienes que luchar, porque te conviertes en lo que quieres y eso nadie lo puede parar.