Me siento identificada con cada una de las palabras que has puesto. Yo pase nueve años de tratamientos, consultas sin ninguna humanidad, me han llegado a decir que vaya ocurrencias tengo querer tener hijos con 38 años (cuando llevaba seis años intendolo). En la clínica privada aún fue peor. Fui al IVI, pensando que iba a ser mi solución que ellos conseguirán que yo tuviera mi bebé, y no fue así. Solo se preocuparon de que pasara por caja. Para mi fue un infierno, cuatro tratamientos seguidos y ni una sola vez se preocuparon por cómo estaba. Tenía ansiedad y depresión. En ese estado jamás iba a conseguir quedarme embarazada. Pero no les importa, eres un número de cuenta, nada más. En una de las estimulaciones se pasaron con la medicación y me sobre estimularon, y no pararon el proceso, aún sabiendo que mis ovulos no servían me hicieron pasar por quirófano para extraermelos y fecundarlos. Claro, no funcionó ninguno. En ese momento decidí parar.
Pasaron dos años y por casualidades de la vida di con un ginecólogo en la clínica IMER, que si le importan las personas, que no te trata sino estás bien, que te obliga a descansar entre tratamientos. Me dió mucha tranquilidad. Hoy disfruto de mi bebé gracias a que ha que hay verdaderos profesionales.