Gracias Anabel. Por tu inmensa vocación. Por renunciar a tanto de tu vida para darle ese tiempo a otras mujeres. Gracias por acompañarme en mi segundo embarazo y parto y quitarme todos los miedos. Por reconciliarme con ese momento trascendental y tan importante de mi vida. Gracias por darme la seguridad para entregarme a ti con los ojos cerrados y confiar en que todo saldría bien en tus manos. Gracia por tus sonrisas y tu trato tan cercano y cariñoso. Siempre estarás en mi pensamiento y en mi corazón, porque durante esos meses se generó un vínculo imposible de olvidar. Qué persona tan importante has sido para mí. Haciendo un poco el papel de esa madre que te guía en estos asuntos cuando tu madre de verdad no sabe o no pude entender tus decisiones. Gracias por sostener a mi bebé con la misma ilusión como si fuera el primero. Por quitarme el dolor y transmitirme tanta calma en los duros momentos del puerperio. Qué mujer tan increíble fuiste. Qué suerte la nuestra de poder contar contigo, Anabel, irrepetible. Te echaré mucho de menos. Qué dolor de corazón. Te llevaré siempre conmigo.