La semana pasada me enzarcé, sin querer, en un discusión de Twitter con obstetras. Respondí al típico mensaje que asocia el parto en casa con la mayor mortalidad y resulta que la cuenta era de una chica que es obstetra, y se dedica a lanzar mensajes negando la violencia en la atención y cuidados durante el parto. Se burlaron y negaron, ella y otros que la acompañaron, de la epidemiología, de la antropología de la salud y de la investigación cualitativa... Por supuesto, también de la autonomía y el consentimiento informado. Todo con tal de proteger su oficio tal como lo entendían estas personas, que es dominar el proceso de atención reservándose la toma de decisiones. Entonces, llegué a la conclusión de que, simplemente, lo que le pasaba a esta gente es que son negacionistas de la violencia osbtétrica, y nunca la van a aceptar. Hay profesionales activistas comprometidos en la defensa de los derechos de las mujeres y criaturas, hay profesionales que simpatizan con esa causa, y hay profesionales que más bien atacan el movimiento. Para esos últimos, las campañas tienen que seguir y seguir hasta que el día de mañana no tenga fin.