Cada caso es un mundo, voy a contar el mío. Fue hace poco más de un mes, en un control rutinario de mi primer embarazo. Yo estaba felizmente embarazada de 12+4, la analítica de sangre bien, se empezaba a notar la barriga, había pasado las 12 semanas de más riesgo sin ninguna complicación. En la ecografía que pensaba iba a ver a mi bebé, me informan que algo iba mal y sufría un aborto diferido: hacía 5 semanas o más que mi bebé había dejado de crecer, no había latido, lo que denominan aborto diferido. Mi cuerpo no había detectado nada y mis hormonas hacían que siguiese creciendo. Me informaron que el proceso sería dar medicación para facilitar la expulsión, y podía hacerlo en casa o en el hospital. Afortunadamente decidí hacerlo en el hospital. Me tenían que administrar tres dosis (una cada cuatro horas) de misoprostol. Al poco tiempo de la primera empecé a sangrar, antes de ponerme la segunda me mareaba de pie. Al poco de ponerme la segunda sangraba tanto que me mareé tumbada, llamaron corriendo al personal médico y me había bajado la tensión de forma preocupante. Me tuvieron que poner un gotero para tratar de contener la hemorragia al que mi cuerpo respondió bien, si no me tendrían que haber hecho un legrado de urgencia. Si hubiera hecho el tratamiento en casa, no lo podría contar porque me habría desangrado.
Al día siguiente, en la ecografía de control, vieron que todavía tenía restos, y me practicaron un legrado (tras informarme de los riesgos). El momento de la sedación fue el que más pude descansar y fue reconfortante para mí poder dormir. Ojalá nadie tenga que pasar por algo así, pero cada caso es un mundo y no creo que haya una opción mejor que otra, depende de las situaciones. Lo más importante es tener el apoyo de la gente que te rodea, y el buen trato del personal sanitario si se decide esa opción
Un abrazo a todas