Estoy de acuerdo, Miranda, yo siempre hago la misma comparación. PAra una boda, la gente se tira años planeándolo todo al milímetro, cuidando todos los detalles, el cura, la iglesia, el ayuntamiento, el restaurante, el menú, el vestido, las flores, el viaje, los regalos, los puros, la peluquería, maquillaje, fotógrafo, etc, etc, etc, ... Y luego, para el nacimiento de nuestros hijos, que es infinitamente más transcendente y delicado (de hecho, el momento más importante de nuestras vidas), ni se plantean ni siquiera preguntar ni cuestionar nada, lo que me echen y ya está... ¡Es increíble!