"los responsables médicos han asegurado que no encuentran una explicación a lo sucedido, ya que (…) se siguieron los protocolos habituales”. Precisamente, uno de los fallos del sistema sanitario es que demasiado a menudo se siguen ciegamente los protocolos y se actúa de forma habitual, rutinaria. Cada parto, cada nacimiento, es único y en la inmensa mayoría de los casos no es necesario intervenir ni durante ni después. Ninguna intervención médica a la madre o al bebé debería hacerse por simple hábito protocolario, sin valorar de forma individualizada la necesidad y sin el debido consentimiento informado de los riesgos y beneficios.
No me puedo imaginar que algo así sucediera si siempre se informara a los padres y se solicitara consentimiento antes de realizar cualquier intervención a la madre o al bebé, sea lo que sea, poner un gotero de oxitocina, hacer una episiotomía, administrar una vacuna o un medicamento, etc.