Mis hijos mayores me han preguntado a veces como nacieron. Afortunadamente he logrado trabajar el dolor y el miedo que sentí durante su llegada al mundo. Me duele, como una vieja cicatriz que notas de vez en cuando, pero que ya no quema. Por eso, les he contado la verdad, no se lo he edulcorado, pero tampoco me he regodeado en lo negativo. Ellos son lo único hermoso que salió de aquella experiencia. Ellos y la mujer en la que se transformo la mujer que los trajo al mundo. La misma que no volvió a "dejarse hacer", que aprendió a asumir sus propias decisiones.
Mis hijos mayores me han preguntado a veces como nacieron. Afortunadamente he logrado trabajar el dolor y el miedo que sentí durante su llegada al mundo. Me duele, como una vieja cicatriz que notas de vez en cuando, pero que ya no quema. Por eso, les he contado la verdad, no se lo he edulcorado, pero tampoco me he regodeado en lo negativo. Ellos son lo único hermoso que salió de aquella experiencia. Ellos y la mujer en la que se transformo la mujer que los trajo al mundo. La misma que no volvió a "dejarse hacer", que aprendió a asumir sus propias decisiones.