Suena muy animal la entrada del artículo, pero de manera parecida me sentí yo en mi segundo parto, con la matrona que me toco, que me hacía ver las constelaciones en cada tacto y no digamos en todos los intentos de romperme la bolsa. Por no contar más... Entiendo perfectamente este artículo. Escribí una queja y se quedó sobre mi mesilla pues tan dolorida estuve y mi hija lloró tanto sus 4 primeros meses que no tuve tiempo de ir al Hospital a ponerla, y fue pasando el tiempo... Leyendo estas cosas me dan ganas aún de ponerla, porque quien me atendió no era una profesional, era un "caballo", con perdón para el pobre animal.Menos mal que el primer parto fue totalmente diferente, no por cómo se presentó ni por el estado de ánimo con que yo llegué al hospital, si no por la profesional que me toco: un cielo en el primero, un demonio soberbio en el segundo!Al menos, sé que no siempre es así!