No te sientas culpable por no haber podido decir por ahí no paso. Cuando estás de parto eres muy vulnerable: al lugar donde pares, al trato que recibes, a las palabras que te dicen. Y además, es una experiencia que se graba en tu cerebro para siempre. Creía que eso lo sabían todos los y las ginecólogas y matronas y matrones de este mundo, pero se ve que no es así. Mi último parto fue, maravilloso, respetado y en un hospital público, ninguna palabra fuera de lugar, intimidad, poca luz y seguridad. Tactos pidiendo permiso, respetando mi ritmo y el movimiento que yo prefiriera. Fue un parto natural, sin epidural, di a luz sentada en una silla de parto y sin ningún punto en el periné, aún contando con una cicatriz de episiotomia de mi primer parto. Si yo pude tener un trato tan profesional y humano en un hospital público, por qué no lo puede tener todo el mundo? Esto no debería ser una suerte que te toca, esto debería ser así siempre. Y a quien no se le haya tratado con sumo cuidado, empatia y respeto en el parto es una víctima y no debe sentir-se culpable. Mi primer parto fue más duro y instrumentado pero no me sentí agredida ni violada, gracias al buen trabajo de los profesionales de este hospital. Ánimos a todas las que no han tenido esta suerte.