Exactamente Irene, creo que allí está la clave. En mi último embarazo, tras un embarazo pasado a medias en Austria- donde ni siquiera me hablaron de esta prueba- decidí no hacérmela, ya que con mi primer hijo lo pasé también bastante mal, concentrándome durante media hora para no vomitar y la segunda media hora mareada. (encima en mis embarazos no me apetece nada dulce...). El ginecólogo de la Seguridad Social en un primer momento me miró mosqueado y su asistente no tardó ni tres segundo para llamarme "niña" y sacarme la famosa "carta del niño muerto". Pero yo iba avisada, la corté diciendo que no se preocupe, que estaba informada, que no tenía ningún factor de riesgo y dos embarazos anteriores normales, que el bebé estaba en su peso y yo hacía una dieta variada y deporte a diario. Pues de repente el ginecólogo cambió de discurso, me explicó que tenía que firmar que rechazaba la prueba, pero en fin, que era una cosa formal, que el lo veía muy bien no aplicar ese protocolo a todas y que efectivamente, no le parecía necesario esa prueba en mi caso. Firmé y listo. ¡Qué gusto haberme ahorrado otra prueba que en este caso hubiera sido innecesaria!