Lo de una conspiración contra las embarazadas, es evidente que no. Pero que muchos de los profesionales de la sanidad nos tratan como si estuviésemos locas, sí.
Un ejemplo: mi primer embarazo, tuve hiperémesis gravídica, vomité hasta el día del parto y unos cuantos meses después, me afectó tanto que sigo con sensibilidad a muchos olores. Voy a la consulta de obstetricia, entro antes a que me pesen, y me dice la graciosa de turno:”Te has pasado”. Le digo que como solo una vez al día intentando aguantar las 8-10 horas de pesada digestión, que no es por comer. Me trata de mentirosa, salgo de ahí llorando.
Segundo embarazo, sigo con bastantes vómitos en la semana 25, pero mira por donde he cogido un montón de kilos, aunque no se ve en la ropa. Y por fin obtengo una respuesta: mi cuerpo produce muchísima progesterona y en consecuencia (aparte de que ya estoy propensa a ello), retengo muchísimo líquido que se ve reflejado en el peso, el líquido pesa, señoras enfermeras!! Gracias al ginecólogo privado y a la matrona me he enterado de esto y estoy preparada para cuando los ignorantes, ui perdón, los profesionales del hospital se metan conmigo pensando que me hincho a bollos (que por cierto me producen nauseas de solo imaginarlos).
Ahora volviendo al tema de esta prueba, no olviden que hubo un tiempo en el que la famosa trompetilla era lo más avanzado para saber el estado del bebé dentro de la tripa de la madre. ¿Hace falta que os diga cuanto fallaba? Supongo que no. Así que pienso que lo único que quiere decir este blog es que la investigación avanza, que siempre se encontrarán métodos mas fáciles o viables de obtener un diagnostico y puede que haya ya países donde lo han hecho y aquí siguen con lo que ha funcionado hasta ahora. No nos cerremos a nuevas ideas (por cierto, acabo de llegar de hacerme la prueba de la curva).