El problema que subyace es que sigue existiendo un "machismo" invisible que hace que no se consideren importantes las "cosas de mujeres". Se lucha contra lo obvio: la violencia machista que se traduce en golpes y moratones, pero hay otros tipos de maltrato que no son tan evidentes que siguen siendo tolerados por toda la sociedad.
Y además una mujer que se convierte en madre, se transforma en alguién que da cuidados, pero nadie se toma la molestia de preguntarle si ella necesita algo. La gente pregunta por el estado del bebé pero no por el de la madre, y si lo hacen es por puro trámite, sin querer escuchar demasiado la respuesta. La madre no puede permitirse el lujo de estar debil y triste por el mal parto porque tiene que sacar a su bebé adelante y por eso muchas veces ni siquiera expresa su dolor. Lo que plantea esta entrada me parece fenomenal, pero creo que sería como la guinda del pastel, algo que está arriba, en la cúspide, dificilisimo de alcanzar de momento. Antes hay que desmontar la película que se ha creado respecto al parto y sus circunstancias, entonces todos seremos capaces de entender el sufrimiento de la mujer y podremos intentar remediarlo mediante terapia. O mejor, los partos dejarán de convertirlos en "chapuzas" y no será necesaria terapia alguna.