He pasado reciientemente por una situación en que mi bebé se puso de nalgas en la 32, después de haber estado de cabeza antes de la 26. Esto fue fruto de una situación de preocupación que no supe manejar.
Tras 3 semanas en las que sabía que lo que tenía que hacer era relajarme pero en las que me resultaba muy difícil, de hacer mil ejercicios, posturas, natación, etc, por fin en la 35 mi bebé se ha vuelto a poner en cefálica. Pudo haber sido en la 37, y pudo haber sido después incluso.
Reconozco que el miedo a enfrentarme a un parto de nalgas era casi mayor al de enfrentarme a una nueva cesárea, y hubiera pasado por la versión externa y lo que hubiera hecho falta antes.
Todo menos una cesárea programada.
Animo a todas las embarazadas que tienen a su bebé de nalgas que rechacen de entrada una cesárea programada, y menos aún en la 37 ó 38. Que confíen en que hasta el último momento hay tiempo, y que el bebé dicte cuándo nacer, que se inicie un trabajo de parto espontáneo, y en último extremo si el parto es inviable por la postura en sí, por la falta de personal experimientado o por los miedos insuperables de la mamá, entonces bienvenida la cesárea.
Por otro lado, estoy segura de que si ver partos de nalgas a nuestro alrededor fuera habitual, yo no habría creado este miedo atroz, incrementado por la huella de mi cesárea programada anterior y el parto que se me negó.