Yo también quiero confesarme, yo también malcrío a mi marido. Antes me malcrió mi abuela cuando me quedaba a dormir con ella que me daba miedo su casa...
Siento que es un gran momento de felicidad despertarme por la noche y ver a mi marido casi a punto de caerse de la cama porque mi hijo de 2 años y medio está completamente estirado y ocupa toda la cama. Y yo, en el otro lado, con mi bebé domidito, bien acurrucadito a mi para que se despierte lo menos posible.
Que más se le puede pedir a la vida, si me despierto por la noche y lo primero que veo o siento son a las personas que más quiero en el mundo.
Incluso cuando mi hijo mayor se empeña en que quiere dormir en el salón (le gusta mucho nuestro sofá) le echo de menos... aunque tengamos más espacio.