Yo soy (fui) el caso opuesto: toda la vida me sobraron unos kilos, desde que tengo memoria, y una vez superada la adolescencia con sus cosillas, pues me centro en que estoy sana, activa, ágil, y mis analíticas son de exposición. Pero resulta que en los embarazos (sobre todo en el primero) perdía peso a todo trapo. Al principio era llamativo, cada mes pesaba entre medio y un kilo menos, así el primer trimestre o algo más, y luego cogía peso pero poquísimo.
Mi primer hijo pesó 4.300 al nacer, la placenta pesó 1.200 (ni idea de por qué la pesaron, pero bueno), y yo pesaba al ingresar para parir exactamente 300 gramos más que al empezar el embarazo. Pues tela marinera lo que tuve que orí por según ellos "querer hacer dieta cuando menos te conviene", me pesaban al entrar, comparaban con el mes anterior, y empezaba el sermón. Hasta que miraban al feto, su progresión de tamaño y demás, y me pedían disculpas por la riña. A día de hoy no sé a qué se debía esa bajada de peso, pero desde luego que si no estoy dispuesta a vivir a dieta en condiciones normales... muchísimo menos mientras gesto a un hijo, para unos meses que dura no me parece muy normal pasarlos sufriendo por lo que se come. Simplemente el cuerpo cambia, y no siempre cambia por igual, y todas somos diferentes y si los profesionales lo recordasen a tiempo nos ahorrarían malos ratos a casi todas...