Lo de que no se pueda dar el pecho en cualquier lado me parece el colmo en esta sociedad en que vivimos, en la que si no vas con escote de vértigo directamente pareces una monja...
Yo llevo acumulados más de 3 años de lactancia; he dado el pecho en cafeterías, aviones, restaurantes, andando en procesiones de Semana Santa, en misa, en bodas, visitando Chateaux Franceses... y nunca me habían llamado la atención, hasta este verano, concretamente en el Neues Museum de Berlin: La cosa fue así, terminando de ver el museo, intenté buscar una silla más o menos apartada, me dirigí al sótano y entre dos vitrinas me puse a amamantar a mi hijo pequeño (9 meses). Como siempre llevo camisetas de lactancia, no se veía nada, parecía que simplemente le estaba acunando. Pasó una! guardia! de seguridad; miró con todo descaro pero claro, era imposible saber a ciencia cierta lo que estaba haciendo mi hijo (mamar, vágame Dios!), sin embargo, se quedó con la mosca detrás de la oreja y cuando volvió y le vio del otro lado se dio cuenta de que estaba mamando y me dijo que estaba prohibido, que me tenía que ir al baño! (donde no había asientos, por supuesto). Ante mi cara de pena y mi penoso dominio del idioma, intentando explicarle que no lo sabía y que no sabía a donde ir, simplemente me dijo que lo sentía, pero que estaba prohibido...
El caso es que en los 5 días que he pasado en Berlín este verano, cada vez que me sentaba y colocaba a mi hijo al pecho, me cruzaba la mirada aprobadora y tierna de alguna señora de mediana edad, similar a la que me reprendió, y eso que mi hijo está bastante grandecito. Ya pensaba que Alemania era el paraíso para los bebés lactantes, pero está visto que en todas partes cuecen habas.