Madre mía, que triste, yo tampoco puedo parar de llorar al leer la historia del pequeño David.
Un apunte. Siempre pensamos que los cambios tienen que venir "desde arriba", que son los grandes jefes los que tienen que hacer los cambios de protocolos. Y no nos damos cuenta de que también puede ser desde abajo. Si una enfermera "rebelde", mejor informada y más leida en las pruebas científicas más actuales, en lugar de someterse a un protocolo obsoleto, perjudicial e inhumano, va estableciendo pequeños cambios, se irá notando en los bebés, que mejorarán. Y eso va a hacer que poco a poco, el resto del personal los incorpore, porque funcionan. Hasta que al final, el jefe de la unidad, en vista del resultado positivo tan notable, le proponga a la dirección cambiar el protocolo e incorporar uno nuevo. Porque es mejor para la salud de los bebés y las mamás, que al fin y al cabo es el objetivo de cualquier unidad médica.
Lo que no funciona, en ningún caso, es el negar hechos probados, como que la LM y el contacto con mamá salva vidas de prematuros. Véase el caso del bebé dado por muerto que se reanimó al ponerlo su madre al pecho, documentado por el neonatólogo Nils Bergman en Ciudad del Cabo. Lo que no funciona, en ningún caso, es disculparse diciendo "el protocolo es así, yo no lo he hecho y tengo que cumplirlo". Lo que no funciona, en ningún caso, es rendirse y someterse.
El mayor defecto que veo yo en los profesionales de la salud en obstetricia, neonatología y pediatría es la negación de sus limitaciones, errores o ignorancia. En el afán por mostrarse perfectos e intachables, rechazan las críticas y no se molestan en corregirse o retractarse. O se creen todopoderosos y se meten en los asuntos de crianza, que NO es su campo de trabajo, sino el de las madres y los padres. Así no se avanza.