Espléndido artículo, Adela. No cabe ninguna duda de que la razón deriva de lo que apuntas en el último párrafo. En la privada se busca optimizar la rentabilidad, en detrimento de la salud física y psicológica de recién nacidos y madres (y padres, que nos olvidamos de ellos). Menos tiempo de uso de recursos sanitarios en el pre-parto, menos tiempo de intervención por parte de los especialistas, cesárea programada y agendada para ajustar los tiempos a los recursos y así poder multiplicar el número de intervenciones y, por último, duplicando el ingreso económico por cada "nacimiento". El negocio de la maternidad no repara en daños colaterales.