Mi césarea fue consecuencia de un manejo inducido del parto. Eso fue lo que más me dolió. Mi hija nació con problemas de succión y respiración y con edemas por un trabajo de parto prolongado y violentado hacia los últimos momentos (pastilla de occitocina, rompimiento de bolsa).
Lo más doloroso fue despertar en un pasillo, sin poder sentir mis piernas, sin mi hija, sola y con un temor enorme de lo que podía haberle pasado.
Como si todo eso no fuera suficiente, la tuvieron 3 días en incubadora, sin ninguna necesidad, por diagnósticos errados. Tenía una depresión tan grande que no podía mas que llorar y no entendía nada. A las 5 horas de la cesarea caminaba, y no sentía dolor, pero por el simple hecho de que los doctores me dijeron que si no me paraba no iba a poder ver a mi hija en neonatología. Recién pude verla al día siguiente, solo quería amamantarla y sentirla cerca. Fue lo unico que me calmo. A los 7 días debieron internarla otra vez, y yo iba y venia a la clinica cada dos horas para amamantarla. No recuerdo dolor. No me permití el dolor. A los 9 días mi herida se inflamó y se llenó de un liquido que empezó a salirme por la falta de reposo. Un horror. Hoy, 9 meses despues, me toco la herida y siento dolor. Pero es un dolor del alma. Porque me robaron mi parto.