Esas vías tan hermosas que nos ponen durante horas en el parto, con sueros, provocan que más tarde haya que eliminar todo ese líquido. Mucha gente ignora que la hinchazón, el dolor y dureza extrema de los pechos cuando "sube la leche" se le debe, en gran medida, también a los sueros durante el parto.
Muchas lactancias empezarían de otra forma si sólo se pusieran en los casos verdaderamente necesarios.
A mí nadie me impuso la lactancia materna, pese a que el primer mes creía que me moría de dolor, con grietas y un punto blanco, que sólo la que las ha pasado sabe lo que duelen. Más bien tuve todas las facilidades,consejos y regalos para dar biberón y así poder dormir más y no tener a mi hijo pegado (todo eran ventajas).
Tomé una decisión personal, informada (al contrario que el parto, je je) y bastante tacaña. Yo diría que hasta una decisión basada en la gandulería para, a la larga, no tener que preparar biberones, limpiarlos y ahorrarme visitas a pediatras como el tal Santos.
Una vez, una madre me comentó que había acudido a un grupo de lactancia y lo había dejado por sentirse agobiada para seguir en ello. Decía que las monitoras parecían presionarla, con exceso de celo profesional (mejor dicho, voluntario, porque las pobres no cobran, al contrario que tanto pediatra y demás sanitarios tan comprensivos y recomendadores del biberón a la más mínima). Bueno, pues yo creo que las culpables de que no tuviera éxito su lactancia no fueron las monitoras.
Las que damos el pecho tras tanta zancadilla es porque nos empeñamos.
Y no lo solemos dejar tan fácilmente a los seis meses porque engancha el gusto con que tu bebé mama y después suelta la teta, la tranquilidad del momento contemplándole, ver cómo crece sano gracias a tus pechos...
No culpabilizaré jamás a la que decide dar biberón por un motivo u otro, ya tienen bastante con perderse tantas cosas..