En lo personal, durante mi primer parto, el desencadenante de un recuerdo dolorosamente reprimido sobre mi primera experiencia sexual, fue el tacto del obstetra, esa tacto "para ayudar".
Ventajosamente para mi, mi parto era en casa, con una doula y con recursos propios para entender lo que me sucedía, integrar y perdonar lo acontecido años atrás, y continuar con mi labor de parto, hasta que mi hija felizmente nació en agua.
He visto también como doula, a mujeres cuyo expulsivo se torna sumamente largo y traumático, tras no haber procesado psico-emocionalmente experiencias de violaciones previas.