Muchas gracias por el reconocimiento (por la parte que me toca), porque yo fui una de esas mujeres, y además tuve éxito.
Conocedora de las prácticas poco respetuosas no sólo en el paritorio, sino en la "sala cuna" también, de mi hospital de referencia (¿digo nombre?), me aventuré a hacer "turismo obstétrico".
Pero como no era mi hospital de referencia, y yo tenía en mi historial médico cierto problema de coagulación sanguínea (ya inexistente en el momento de mis revisiones, por cierto) decidieron no dejarme ir a dar a luz en este hospital famoso por su respeto al parto, apoyo a la lactancia, etc. Aunque a mi me sonó a que están un poco hasta el gorro del "turismo obstétrico" porque ya somos muchas las que nos decidimos a desplazarnos allí, y no deja de ser un pequeño hospital comarcal, con pocos recursos.
Toda desmoralizada, ya en mi 7º mes de gestación, no sabía ni qué hacer con mi vida. Hasta que mi hermana me dijo: "no seas tonta, presenta un plan de parto en tu hospital de referencia, y lucha por ello, lucha porque se comprometan a respetarte a tí y a tu hija en ese momento tan crítico de vuestras vidas; porque si todas escondemos la cabeza, huimos del problema y no nos ponemos firmes la cosa nunca va a cambiar. Si tú lo haces, y yo, y la otra, y muchas, llegará un momento en el que se vean obligados a cambiar sus técnicas de trabajo".
Así que siendo como soy, luchadora, tenaz, decidí hacerle caso. Tuve la suerte de que me ayudara a redactar el plan de parto un matrón que trabaja en mi hospital de referencia, y que es afín al parto respetado. Eso sí que fue un golpe de suerte, pues lo conocí a través del grupo de apoyo a la lactancia de mi ciudad, con el que ya me había puesto en contacto.
Me dió muchas claves sobre qué podía pedir y esperar, qué podía pedir con menos posibilidades de que me hicieran caso, y qué cosas ni siquiera mencionar en mi escrito para no "herir sensibilidades". Y sobre todo me instó a que hiciera mucho hincapié en que "cualquier incidencia que sobreviniese quedaría bajo mi responsabilidad".
El caso es que lo presenté en la administración del hospital, con copia para el servicio de Obstetricia y Ginecología y para Neonatología. Y me quedé yo la copia que llevaría mi marido el día del parto para enseñarla si fuera necesario.
Cuando llegó el momento del parto, resulta que los de administración no lo habían hecho llegar, pero por suerte llevábamos el nuestro. Así que tuve que aguantar alguna que otra reticencia, algún que otro tono de reproche y poco más.
El resto fue maravilloso: un parto muy respetado, con una matrona muy cariñosa (mucho más de lo que me esperaba, por ciertas caras largas que había visto al principio cuando vieron por primera vez mi plan de parto), en la dilatación (ni siquiera me pasaron al paritorio), muy íntimo todo. La niña no me la despegaron ni ún momento y salió todo fenomenal.
Los comentarios sarcásticos fuera de lugar llegaron después, en planta, por parte de las enfermeras de neonatología, que son un poco dinosaurias... pero como ya tenía a mi niña colgando de la teta me daba igual, si son así de ignorantes peor para ellas.
Por ello yo animo a todas a que inentemos cambiar las feas realidades de nuestros paritorios. Que exijamos el respeto, el mejor trato, el derecho a estar en todo momento informadas y a decidir qué se va a hacer con nuestro cuerpo. Creo que el turismo obstétrico, a la larga, facilita el que nadie cambie nada, el que los ginesaurios sigan ejerciendo con total libertad, el que haya más "inne-cesáreas" de las realmente necesarias, más episiotomías brutales de las que debería haber, más bebés que no lactan porque nadie ha informado correctamente a su madre ni la ha ayudado en caso de necesitarlo.
Animaros, chicas, informaros de las posibilidades, presentad vuestro plan, emponderaos en vuestro parto, poneros firmes... ENTRE TODAS, PODEMOS.