A ver si consigo explicar por qué me entristece y me cabrea tanto esta polémica eterna de la lactancia materna versus lactancia artificial. Fui madre de mi primer hijo hace cinco meses. Tuve un parto muy bueno, con manejo expectante, como había pedido, respetado y muy satisfactorio. El posparto fue también como deseé: contacto piel con piel, intimidad con mi pareja. El niño reptó hasta mi pecho y se puso a mamar inmediatamente. Yo había elegido un hospital pro lactancia materna y al día siguiente vino la asesora de lactancia, me estuvo ayudando, el niño se agarraba bien: todo perfecto. Durante los días que permanecí en el hospital no tuve leche, pero estaba bien informada y ya sabía que eso no era ningún problema, que ya subiría. Estaba tranquila y feliz.
Volví a casa. No le dimos ningún biberón al niño. Al quinto día de nacer, yo seguía sin leche. Consulté con mi matrona, mis pechos ardían; una buena señal, según ella, pronto tendría leche. Siguieron pasando los días. Mi hijo se desesperaba, tironeaba de mis pezones, lloraba todo el día. Nunca salió una gota de leche, ni siquiera calostro. Le tuvimos que alimentar con leche artificial y una jeringa. Siguieron pasando los días. Volví a consultar con mi matrona, estimulaba el pecho con el sacaleches cuando mi hijo no mamaba, probamos con masajes, calor, frío, extracción manual, todo. Mis mamas seguía ardiendo, cada vez más grandes.
Once días después del parto, me desperté con fiebre alta y fuertes dolores en el pecho. Fuimos a mi hospital, el ginecólogo me dijo que tenía las mamas ingurgitadas, a rebosar de leche y con un principio de mastitis en la mama derecha. Me explicó las opciones que tenía: podía retirarme la leche o seguir intentando instaurar la lactancia, pero las mamas podrían empeorar, incluso tener un absceso. Le dije que quería seguir intentándolo y me pusieron un chute de oxitocina, volví con la matrona, lo intentamos absolutamente todo: pusimos al niño, sacaleches, masaje, todo. No salió una gota y se me saltaban las lágrimas del dolor, el del pecho y el emocional. Finalmente tuve que retirar la lactancia y de recuerdo me han quedado dos quistes muy dolorosos en la mama derecha que en marzo van a valorar, porque no se reabsorben.
¿Por qué os cuento todo esto? Porque aunque nos empeñamos en negarlo, SÍ hay veces que resulta imposible instaurar la lactancia materna. Porque parece que las madres que no pudimos dar el pecho siempre nos buscamos "excusas", que no hemos sido capaces de buscarnos una buena asesoría, que siempre nos hemos quedado cortas, que siempre podíamos haber hecho "algo más": "¿qué enfermedad tenías?" (seguro que no era tan grave como para dejar de lactar), "podías haber ido a una asesora de lactancia" (no agotaste todas las opciones), "podías haberlo intentado más días" (te has rendido), "podías haber aguantado un poco más" (eres una floja). Porque estaría bien reconocer que la lactancia artificial no siempre es electiva. Porque a mí me hizo daño no poder dar el pecho, a pesar de haberlo intentado con todas mis fuerzas, y me vuelve a hacer daño cuando se compara la lactancia materna y la artificial, como si fueran comparables. Sinceramente, creo que a día de hoy todo el mundo está informado de que la lactancia materna es la alimentación ideal para el bebé, de sus beneficios, o de los perjuicios que causa su ausencia, como lo queráis enfocar. Me entristece y me cabrea que una vez más se trate esta información como "la lactancia materna CONTRA la lactancia artificial", y que se presente, una vez más, la lactancia artificial como la bicha de siete cabezas. A quienes hemos intentado con todo el alma dar el pecho y hemos fracasado (porque para mí fue un fracaso sin paliativos), este enfoque nos daña. Y a quien de manera informada ha optado por la lactancia artificial, está claro que ha sopesado sus opciones y ha elegido según su conveniencia.
Paradójicamente, mi abuela materna fue un auténtico surtidor de leche y tengo varios tíos y tías de leche que dan fe de ello. Mi abuelo me contaba cómo sus madres lloraban cuando mi abuela le daba la teta a sus hijos. Porque en aquella época era la diferencia entre la vida y la muerte. Hoy tenemos la lactancia artificial, al alcance de todo el mundo y deberíamos valorar las cosas en su justa medida.