Bibiana Santamarina
21 Jun 2018
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2 comentarios

Lo menos malo

Hay momentos en la vida de los que no podemos escapar; hay que pasarlos sí o sí: la salida de los dientes de leche y su posterior caída, la pubertad, la primera regla, la menopausia... Y si nos quedamos embarazadas el día del nacimiento de nuestro bebé está presente en nuestras cabezas desde el primer instante. Y empieza la búsqueda de ese sitio que nos acoja en esa fecha que ya nunca olvidaremos.

Pero la oferta que encontramos ya sea en la sanidad pública o en la privada, es limitada y no sólo desde una perspectiva cuantitativa. Limitada también desde el punto de vista de la empatía, del respeto, de la escucha, del acompañamiento...

Después de muchas veces repetida la historia propia, de repetir una y otra vez qué fallo, qué pasó, por qué..., después de muchas historias ajenas escuchadas con las mismas preguntas, llega un momento en el que se acaba pensando que quizá detrás de esa falta de oferta se esconde, entre otras cosas, la desidia de quien sabe que no nos queda más remedio que aceptar lo que hay.

Y pasa entonces que acabamos aceptando hospitales donde no se nos respeta pero que, comparándolos con otros, nos parecen hasta un paseo por las nubes. Pero no nos engañemos, tal y como está el panorama esto de parir como una quiere sigue siendo una cuestión de lotería. Hay quien dice que "bueno, peores cosas te hacen en tal sitio" o "es que te respetan menos en este otro", como si el respeto se pudiese cuantificar.

Se oyen historias tristes, dolorosas, fuertes, violentas que suceden en los hospitales que pretenden erigirse como adalides del parto respetado, ese parto que no tendríamos ni que pedir porque no hay circunstancia que justifique que no lo tengamos ya. Pero falta reciclaje, falta escuchar a la mujer, falta dejar de infantilizarnos falta dejar de tenerlos en cuenta.

Se siguen oyendo historias terribles tanto de hospitales que llevan años con protocolos obsoletos como,tristemente, de hospitales nuevos, con nuevos protocolos y nuevo personal que acaba cayendo en los mismos errores. ¿Y a dónde podemos huir?

Sse puede parir en casa, claro que se puede parir en casa, hoy en día es tan seguro como hacerlo en un hospital. Pero los partos en casa no son la panacea tampoco. Parto en casa no es sinónimo de respeto, no es sinónimo de satisfacción. Y, además, se carga con el peso de no poder salir al mundo a contar lo que nos ha pasado por miedo a que nos señale y se nos diga que si hubiésemos elegido parir en un hospital no nos hubiese pasado eso, ni a nosotras ni a nuestras hijas e hijos.

Pero es que PASA.

Pasa en casa y pasa en los hospitales.

Se nos rompe. Se nos hiere. Se nos marca.

Por eso cuando nuestra experiencia se aleja de esta dura realidad acabamos, a veces sin querer y otras conscientemente, animando, aconsejando, recomendando a las mujeres de nuestro entorno que sigan nuestros pasos si quieren que su camino les lleve al mismo sitio. Lo mismo hacemos en las redes sociales, contribuyendo así con la buena fama de tal o cual sitio. Pero ¿cómo no hacerlo? ¿Cómo no celebrar que hemos ganado la lotería? Quizá dejemos de hacerlo y nos limitemos sólo a contar nuestra realidad, el día que seamos conscientes del papel que juega el azar en los partos en España.

Es cansado, muy cansado, tener que luchar cada día por intentar encontrar ese sitio que no sea el "mal menor", que no sea el menos malo, que no sea aquel con el que conformarse; sino que sea el sitio donde de verdad contemos, donde no seamos números ni de historia ni de cuenta. Mientras, tocará seguir comprando lotería, sabiendo que ni con todas las papeletas tenemos el premio asegurado.

Esther M (unverified)
21 Jun 2018
Cuánta razón. Elegir el hospital donde parir me trae de cabeza desde el día que me enteré que estaba embarazada. Mi primera opción era parir en casa, pero finalmente decidí que no. Es mi primer embarazo, me he informado todo lo que he podido y más (mi pareja también lleva la lección aprendida) para que el día en cuestión pueda tener un parto respetado. Aún así el miedo, no al dolor, sino a que la falta de respeto y de comprensión por parte de las personas que me atiendan hagan que mi parto no vaya como debería, es decir, como sería normal si estuviese tranquila y confiada. Lamentablemente la suerte está echada.