No es justo. Sobre la equidad en la atención al nacimiento.
Que vaya por delante que en esta asociación se lucha para que todos los bebés tengan un nacimiento respetado y todas las madres un parto sin intervenciones innecesarias. Y que quede claro que estas líneas no van sobre los deseos de una madre -deseos que son todo menos caprichos, por mucho que se empeñen algunos en intentar hacerlo parecer así-, sino, en primer lugar, sobre las necesidades más básicas de un recién nacido.
Pero resulta que, a pesar del buen peso del niño, de no presentar problemas respiratorios ni precisar tratamiento farmacológico alguno, queda ingresado en la UCI neonatal. No dan muchas explicaciones. ¿Y ahora qué? Tenemos a una madre que quiere estar con su hijo y a un bebé recién nacido al que le niegan el derecho de estar cuidado por su madre y por supuesto, su padre.
A los padres les cierran las puertas.
Pero resulta que estos padres sí conocen sus derechos, saben qué opciones tienen y cuentan con el respaldo de otros profesionales sanitarios que conocen y el apoyo de otras madres de la zona. Se informan, evalúan sus posibilidades y finalmente deciden pedir el alta voluntaria para su hijo porque es la única manera que tienen de poder realmente estar junto a él. En este caso, el bebé pasa a estar en planta con la madre. Tras muchas horas de separación, por fin el bebé llega a la habitación y la madre puede amamantarle y cuidar de su hijo. Bien.
Por muy contenta que esté por esta madre, no puedo evitar pensar a la vez en cualquier otra mujer que no tenga esa información y apoyo de su pareja y otras personas, porque ella seguiría separada de su bebé en la misma situación, por falta de información, por miedo, por falta de apoyo y de concienciación o simplemente porque no domina el idioma... ¡Qué injusto!
Imaginemos por unos momentos a una madre "no informada". Seguro que tiene exactamente las mismas ganas de estar con su hijo que una madre "informada". Pero ella, sin embargo, no puede ejercer su derecho, ni su hijo disfrutará de su madre como este bebé.
Así que nos encontraríamos ante el siguiente panorama (lo he visto tantas veces ya...):
El bebé recién nacido solo en neonatos, la madre tal vez puede acceder a verle, tal vez no, depende de si el centro maneja protocolos obsoletos o actualizados. Luego el bebé comenzará a presentar síntomas físicos por la separación de su madre: empezará a perder peso, y entre que es prematuro y que ha nacido bajo de peso, pues le costará mucho volver a su peso de nacimiento. La falta de contacto corporal, falta de caricias, falta de la voz y del olor de su madre, supondrán más estrés añadido de manera innecesaria. Luego vendrán los biberones y chupetes. Este bebé lo que busca de manera instintiva es el pecho de su madre, no un chupete, y menos un biberón. Más llanto... Peor sueño... En fin, así se puede tirar una semana, tal vez diez días, o incluso dos semanas... Tal vez cogerá una infección de la propia unidad que precise tratamiento con antibióticos, será cosa de suerte.
En cualquier caso el daño está hecho. Este bebé ya se ha perdido estos primeros días tan importantes con su madre, ya le costará el triple comenzar a crear este vínculo vital, ya ha estado expuesto a todo tipo de bacterias y posibles infecciones, y además todo esto sin poder tomar calostro, esa “vacuna” tan esencial. La ansiedad de su madre por la separación también le puede dañar, porque afecta a la subida de la leche y puede causar sentimientos de culpabilidad en ella, entre otras cosas. Tal vez la lactancia se vaya al carajo, quién sabe.
¿Por qué hay unidades neonatales donde los padres pueden acompañar y cuidar a sus hijos prematuros o enfermos las veinticuatro horas, cogerles en brazos y estar con ellos aunque lleven respiración asistida, y a la vez tenemos centros que ingresan bebés sanos y encima les separan de sus madres sin indicación médica?
¿Por qué se siguen sin respetar las primeras necesidades de todo recién nacido?