Las mujeres huilliche y la sala de parto intercultural
Por María Álvaro Navarro
Cuando conocí a Yoana Aron en su despacho del Hospital de Puerto Octay, una pequeña localidad del sur de Chile, me impresionó su historia. Ella fue una de las primeras mujeres huilliche, -la rama más austral de los pueblos indígenas mapuches en Chile-, que dio a luz en la sala de parto intercultural del Hospital Base San José de Osorno a pocos kilómetros de donde hoy trabaja como “ñaña que acompaña y protege el parto de otras mujeres huilliches y no huilliches” como ella misma se define.
Desde que se quedó embarazada de su primera hija, hace ya ocho años, Yoana tuvo claro que quería tener a su bebé en el campo, junto a su marido, su familia y la machi -mujer sanadora- de su comunidad, siguiendo las tradiciones que desde hacía siglos habían llevado a cabo las comunidades mapuches. No quería renunciar a que el nacimiento de su hija fuera el primer hito que la identificara con su cultura, con su ancestralidad y con su familia.
Durante el embarazo, Yoana seguía haciéndose los controles rutinarios en el hospital y le contó a su matrona la decisión que había tomado de dar a luz en su casa siguiendo las tradiciones de su comunidad. Unas semanas antes del parto, la matrona junto con los carabineros –denominación de los policías chilenos- la visitaron para convencerla de no hacerlo, ya que era considerado un delito. Desde la década de los setenta en Chile no se permiten los partos en domicilios por las elevadas tasas que existían de muertes maternas y fetales. Desde entonces, se empezó a ejercer una continua persecución de los pueblos indígenas y la prohibición de seguir llevando a cabo sus tradiciones referentes al parto.
Pero en ese momento, ella decidió que iría al hospital a dar a luz siempre y cuando se respetaran sus decisiones y deseos. Hasta ese momento, lo más intercultural que se había hecho en la sala de parto había sido que las mamás huilliche podían solicitar la placenta, pero ella además quería realizar la ‘Ceremonia del Kofetun’. Se trata de una ceremonia de presentación de la criatura a su entorno cultural y natural que se lleva a cabo en su lengua materna, el mapuzungun. Se realiza en el momento del parto y en ella se le va diciendo a la criatura cuando nace quien es, quienes son sus abuelos, su linaje, como es su lugar de origen y se le da la bienvenida a la madre tierra. Yoana quería que en ese momento tan especial estuviera el dogumachife -el que recibe la palabra del trance de la machi- que tiene un rol especifico en la ceremonia ya que la machi aún no se atrevía a ir al hospital en ese momento. También quería que su marido entrara con varios instrumentos como el kultrun, una especie de tambor ceremonial que es considerado el instrumento musical sagrado más importante de la cultura mapuche. Todo salió bien y durante el parto el equipo médico apoyó sus decisiones siendo el inicio de la sala de parto intercultural que ya lleva dos años en funcionamiento en el Hospital Base de Osorno.
Yoana tiene un papel muy especial, ya que se encarga de acompañar a las mamás desde los primeros meses de embarazo con una consejería previa, durante el parto y el puerperio. “Nosotros elaboramos un protocolo con maternidad en donde la mamá ingresa al programa Chile crece contigo que es un programa especial. Reciben la atención de la matrona, del equipo de dentistas, de la asistenta social, etc. y en caso de que esta mamita sea mapuche o le interese el parto intercultural se deriva conmigo y yo le hago toda una consejería previa sobre los tipos de parto, los requerimientos y ella decide si le interesa o no, o qué tipo de requerimientos específicos va a tener” cuenta Yoana.
Para las mujeres huilliche que deciden seguir adelante con el proceso, cuando se ponen de parto Yoana llega al hospital con su atuendo tradicional y las acompaña durante todo el proceso, realizando la ceremonia del kofetun. “A mí me respetan como una más, no como matrona, pero como parte del equipo. Trabajamos en conjunto. Mientras la matrona está trabajando recibiendo al bebé yo estoy haciendo la ceremonia. Se trata de un acompañamiento espiritual, cultural y energético con la madre en ese momento”.
Yoana también está presente en la ceremonia de siembra de la placenta si las mamás deciden llevarla a cabo. Consiste en sembrar la placenta junto con un arbolito, y es como la primera ofrenda que da el ser humano al llegar a este mundo. Se considera que la placenta es como el bebé gemelo del niño que nunca llegó a nacer. Al sembrar el árbol se cree que el niño nunca más va a estar solo en este mundo porque va a tener un hermano y su hermano va a ser el árbol y va a ser la conexión con la tierra, con sus ancestros y van a ir creciendo juntos.
“Aún hay mucho miedo. A la mamá huilliche mapuche le da mucho miedo decir que es lo que quiere. Aunque esto ya va cambiando poco a poco. Hay que tener paciencia, el empoderamiento tiene que ser en conjunto, se tiene que empoderar tanto la comunidad, como la mamá, la familia y el mismo sistema de salud. Mi experiencia le ha dado el valor a otras personas para que también vayan a acompañar a sus mujeres, hay otra machi del territorio que ha acompañado a una mamita de su comunidad a la sala de parto y estoy muy contenta” explica Yoana. Durante los dos años que lleva en marcha la sala de parto intercultural, se han realizado en Osorno 12 partos respetando los deseos de las mamás huilliches.
Muchísimas gracias, María Navarro, por esta entrada tan interesante. Me ha encantado lo que dice Yoana en el último párrafo: `Aunque esto ya va cambiando poco a poco. Hay que tener paciencia, el empoderamiento tiene que ser en conjunto, se tiene que empoderar tanto la comunidad, como la mamá, la familia y el mismo sistema de salud´.
¡¡¡Gracias!!!