Violencia Obstétrica: por las que no pueden contarlo
El pasado 1 de septiembre nos reunimos en el Ministerio de Igualdad para impulsar la inclusión de la violencia obstétrica en la próxima reforma de la ley de salud sexual y reproductiva. En esa reunión Patricia Guirao, socia de El Parto es Nuestro aportó el siguiente testimonio que ahora publicamos.
Por las que no pueden contarlo, por Patricia Guirao
En primer lugar, agradezco enormemente al Ministerio de Igualdad, al Instituto de las Mujeres y a El parto es nuestro la invitación a esta reunión. Mi nombre es Patricia Guirao, vivo en Valencia y sufrí V.O. cuando di a luz a mi hija, Júlia el 29 de mayo del 2020. Hoy me dirijo a todas ustedes, a todas vosotras, de madre a madres.
Ojalá fuera un caso aislado, una de esas experiencias que rara vez ocurren. Tristemente, en tan solo 1 año y 3 meses, he conocido tantos y tantos casos como el mío que es en nombre de todas esas mujeres la razón por la que hoy estoy aquí.
Hoy pongo voz a quienes, como yo, tuvieron que pasar la dilatación solas durante horas, a quienes, como yo, separaron de sus bebés sin una razón médica justificada, a quienes, como yo, dejaron solas tras dar a luz en el paritorio, temblando incontroladamente por los efectos de la epidural, sin entender qué estaba pasando ni dónde estaba su bebé, ni si estaba vivo o muerto. A quienes, como yo, negaron el derecho a establecer la lactancia materna en las primeras dos horas de vida del bebé por un nefasto o inexistente piel con piel ni el acompañamiento posterior, a quienes, como a mí, ECHARON de una sala de espera VACíA porque estar ya de alta (por tanto, sin habitación), mientras mi bebé seguía ingresada en neonatos, por un supuesto protocolo Covid totalmente inhumano, teniendo que “dormir” o más bien pasar las horas, en el coche (ya que vivo demasiado lejos del hospital y, además, mi corazón se partía al pensar en separarme tantos kilómetros de Júlia; con la episiotomía reciente, sangrando y adolorida, con toda la ropa sucia (nunca te preparas para estar en el hospital más de uno o dos días) en fin, recién parida; a quienes, como a mí, obligaron a amamantar a su bebé recién nacida cada 3 horas, pauta, como sabéis, no solo obsoleta sino contraindicada en recién nacidos (hospitalizados o no), también por el mencionado protocolo Covid.
Hoy hablo por Melania, a la que repitieron varias veces: “Qué gritona eres, así vas a asustar al bebé” o “no grites tanto, que se te va la fuerza por la boca” y a la que, con 25 años, han dejado con el esfínter dañado DE POR VIDA, dificultando su día a día y prácticamente haciendo imposible un segundo embarazo. Hablo por Dori y su bebé, que fue lesionado en la cabeza por un mal uso de la ventosa y que le tuvo un mes ingresado en la UCI, y su madre, Dori, estuvo durante HORAS SOLA sin saber qué había pasado y DÍAS sin poder ver a su hijo. Hoy hablo por Cristina, quien durante su cesárea tuvo que escuchar bromas entre el equipo médico, como: “¿a que huele a barbacoa”? refiriéndose a la incisión en su piel; o “a saber dónde está, igual ha visto el percal y se ha pirado” al preguntar por su marido; quien tuvo durante días las manchas de su propio vómito en su cara sin que nadie se dignara a limpiarla, y a quien pegaron el tubo de la sonda a su frente para que no pudiera ver lo que estaba pasando. Hoy hablo por Estela, que vio cómo reparaban con esparadrapo una ventosa rota para seguidamente sacarle a su bebé. Hoy hablo por Eleonora, a la que repitieron en innumerables ocasiones que “con esos pezones ya te puedes olvidar de dar el pecho, es imposible”, aunque hoy en día goza de una lactancia materna exclusiva.
Pero el jefe de ginecología y obstetricia del hospital de Manises, quien amablemente nos invitó a reunirnos para escuchar nuestros casos, nos contesta: “de verdad es que no sé cómo se os ocurre venir a dar a luz al hospital con todo lo que estaba pasando aquí (Covid), con lo bien que van los partos en casa” o que “en todos los trabajos hay personal desmotivado y eso es algo contra lo que n o se puede hacer nada”. De nuevo, la culpa es nuestra.
Hoy pongo voz a todas las que no pueden contarlo así, porque no se lo creen todavía, porque han decidido taparlo a ver si así lo olvidan, porque no pueden abordar el tema sin echarse a llorar, porque todavía tienen pesadillas con aquel día o porque todavía necesitan sanar el terror que les produce un deseado segundo parto.
Porque todo esto no me ocurrió solo a mí, ojalá. Hace unas semanas contactó conmigo el director audiovisual Àlex Badia, que va a hacer un documental sobre V.O. Publicó en las redes sociales que buscaba madres víctimas de V.O. Y recibió, en tan solo unas horas, más de 200 correos electrónicos. Y esas solo son de las que se atreven a contarlo.
Hoy estoy aquí para que la V.O. deje de estar normalizada y extendida en la preconcepción, concepción, embarazo, parto, postparto (lactancia), puerperio y, en definitiva, maternidad.
Para que la respuesta habitual a “¿Cómo fue tu parto?” no sea “bien, bueno, regular... como todos, supongo...”
Para que mis amigas, mis hermanas, mi hija Júlia, ni ninguna otra mujer tengan que vivir jamás el horror que yo, y tantas otras mujeres, hemos vivido.
Gracias