Escrito por Blandine
09-11-2005
He tratado de recopilar aquí las complicaciones de la episiotomía que refieren los estudios Y las que experimentan las mujeres, ya que los estudios no parecen mencionar todas las complicaciones que en realidad se pueden dar.
La información clara y verdadera que todo médico está obligado a dar a su paciente antes de realizar una episiotomía –es decir, durante el embarazo–, parece omitir con demasiada frecuencia muchas de las complicaciones de esta operación. A decir verdad, la información se reduce por lo general a definirla como “una pequeña incisión, no sistemática [aunque supera el 90%...], que se realiza sin dolor, y que cicatriza en unos días. Las complicaciones son infrecuentes, y a menudo se deben a la falta de higiene. El dolor desaparece al cabo de unos días, dos o tres semanas como mucho. Si persiste, sin causa aparente, la consulta a un psicólogo resuelve rápidamente el problema.”
Dicho de otro modo, todo es culpa de la mujer. O bien porque descuida la higiene de los puntos, o bien porque tiene problemas psicológicos que la llevan a focalizar toda su atención en este tema, hasta convertirlo en origen de todos sus problemas y de su malestar.
Este tipo de información no responde a las exigencias legales y deontológicas.
Las complicaciones provocadas por la episiotomía son inversamente proporcionales a su gravedad, pero todas son inadmisibles si la episiotomía no responde a una indicación médica comprobada. En Francia y en España, 9 de cada 10 episiotomías son innecesarias.
No he conseguido cifras fiables que puedan dar una idea de la frecuencia con que se presentan estas complicaciones, pero es evidente que si nadie se interesa por este problema ni se divulga la información, seguirá siendo un problema oculto, excepto para las mujeres que lo sufren y unos pocos profesionales de la salud. Tal vez una investigación seria con la colaboración de matronas o fisioterapeutas que trabajan en la recuperación del suelo pélvico podría dar una idea aproximada de la amplitud del problema, siempre teniendo en cuenta que muchas mujeres no tienen acceso a ningún tipo de tratamiento de recuperación o no lo realizan porque han sufrido tanto a causa de la episiotomía que no soportan que se las toque en esta zona de su cuerpo.
Desde el punto de vista físico
Infecciones y separación de la episiotomía (muy frecuentes), edemas, hematomas, dispareunia (dolor durante las relaciones sexuales) transitoria o permanente, alergia al hilo empleado para la sutura o los productos utilizados, bridas, abscesos subyacentes que a veces se detectan años más tarde, inflamación de las glándulas de Bartolino, retractación muscular o nerviosa, tejidos que cicatrizan soldándose, sutura mal hecha (por ejemplo, de manera que sale una porción de mucosa de la herida), incontinencia urinaria parcial o total (sección de un nervio), incontinencia fecal parcial o total, transitoria o permanente, nódulos, granulomas inflamatorios, fístulas ano-vaginales, agravación de hemorroides, trombos perineo-vulvares, neurinomas, infecciones gravísimas (con riesgo vital)... La cicatriz de la episiotomía también puede presentar una endometriosis o una metástasis de un cáncer de cuello de útero preexistente. Todo ello por no hablar de los puntos demasiado apretados, o los llamados “puntos del marido” cuyo objeto es devolver una especie de semivirginidad a la mujer, que están lejos de ser un mito, en vista de los testimonios que hemos recibido, y que en ocasiones hacen que las relaciones sexuales sean insoportablemente dolorosas (esta práctica es comparable a la infibulación, una mutilación genital condenada en nuestro país) y... todos los riesgos que conlleva cualquier intervención quirúrgica: rotura de una aguja, olvido de una compresa, refección mal realizada (asimetría vulvar) por el mal posicionamiento de los bordes de la herida...
La episiotomía produce sistemáticamente una pérdida de sangre superior a la de una cesárea, provocando un cansancio añadido, a veces anemia, e influye a menudo en el diagnóstico de una hemorragia postparto.
En cuanto al bebé, la episiotomía puede provocar DIRECTAMENTE lesiones graves (aunque sean poco frecuentes...). Se han constatado cortes más o menos importantes en la cara, rasguños, e incluso fracturas de mandíbula, y en casos de bebés que venían de nalgas, lesiones en los testículos y hasta castración.
La lista, por supuesto, no es exhaustiva.
Y además...
Las complicaciones que acabamos de describir tienen, evidentemente, una vertiente psicológica que aún se tiene menos en cuenta, y que es como la parte oculta de un iceberg. Lo que puede verse, los daños físicos, ya se suele tener muy poco en cuenta; pero es que, además, se dan una serie de repercusiones psicoafectivas y sociales que pueden empañar todos los aspectos de la vida de la mujer.
No olvidemos que estamos hablando de una zona especialmente sensible del cuerpo, centro de la continencia urinaria y fecal (que sitúa a la mujer en la posición de “bebé”, “enferma grave” o “senil” si no puede controlar estas funciones), de la feminidad y la maternidad.
Cualquier daño en esta zona provoca inevitablemente un perjuicio psicológico:
... En la confianza en sí misma, en la propia imagen, en la autoestima: la mujer puede sentirse culpable de lo que le ha sucedido, a veces en contra de su voluntad; culpable de no estar bien; culpable de imponer su malestar a su hijo, a su marido; culpable de su dolor cuando para los demás “una episiotomía no es nada”; culpable de ser diferente, de no seguir la norma... Además, verse obligada a utilizar pañales “como un bebé” o una persona de edad avanzada, cuando se encuentra en plena juventud, puede degradar profundamente la imagen que tiene de sí misma.
... En la vida íntima, en la pareja: no poder vivir relaciones sexuales satisfactorias, sentir dolor al hacer el amor, tener que elegir entre sufrir para complacer a su pareja o no sufrir a expensas de ver cómo se degrada su relación... Esto, durante meses o incluso años, puede llevar a la mujer a encerrarse en sí misma, a abandonar poco a poco el diálogo: “No me comprende...”. El amor sigue existiendo, pero también existe “eso”: esa episiotomía, en pleno centro, que lo ocupa todo y no deja espacio para nada más...
... En su confianza hacia la medicina: sentimientos de haber sido traicionada (los profesionales, supuestamente, no deben provocar más problemas de los que resuelven); sentimientos de engaño (“me habría gustado saber antes de qué iba la historia, saber que podía negarme, saber todo lo que sé hoy”); sentimientos de desposesión de su cuerpo o de robo del parto (“todo iba bien hasta que me hicieron este corte...”)... Además, las mujeres que se quejan de un dolor que a veces puede ser muy invalidante suelen estar mal vistas: “eso no es nada”... “te observas demasiado a ti misma”... “hay que echarle un poco de valor”... “señora, me está haciendo perder el tiempo”... “vaya a ver a un psicólogo”... “tómese una copa, váyase de vacaciones, seguro que entonces ya no nota dolor al hacer el amor”... “eso es una excusa para no reanudar las relaciones”...
... En su relación con el bebé, con los hijos, nacidos o por nacer: sentir dolor al dar el pecho, dolor cuando se lleva al bebé en brazos, dolor cuando se le acuna... ¿Cómo prestar al bebé la atención que necesita cuando el dolor ocupa todos o casi todos los momentos de la vida? ¿Cómo se puede esquivar la idea de que su nacimiento ha sido la causa de todo? ¿Cómo cuidar de los hijos mayores? ¿Cómo pensar siquiera en volver a pasar por ello? “Me hubiera gustado formar una familia numerosa, pero lo voy a pensar mucho después de esta episiotomía”... “¿Pasar otra vez por esto? Imposible...” “No soporto que nadie me toque ahí, ¿cómo voy a pensar en otro embarazo, en otro parto?”...
... En su vida social, amistosa, profesional: ¿cómo se puede vivir normalmente o trabajar como antes, cuando eso está ahí, como una presencia extraña que ha tomado posesión de tu vida? Sentir dolor al caminar, al subir una escalera, al sentarse, al vivir, en suma... Sufrir cuando todo el mundo dice y repite que no hay ningún motivo para el dolor, o que ya se pasará, o que los médicos lo resolverán...
Estas mujeres, que viven un verdadero calvario desde que han sufrido una episiotomía, no son diferentes de ti o de mí. No suelen tener otros problemas de salud, ni tampoco problemas psicológicos. Tienen, en la misma proporción que el resto de mujeres, un marido, un compañero, un trabajo, una vida social, unos hijos (o tal vez es su primer hijo)... Nada las distingue de cualquier otra mujer. Hasta que sufrieron una episiotomía.
Algunas referencias
(Algunos de estos estudios se analizan y comentan en los artículos que irán conformando esta web).
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