El feminismo nos ha ayudado a explicar que lo que sucede en muchos partos dolorosos y traumáticos no es un hecho aislado sino algo estructural que reproduce esquemas patriarcales del resto de la Sociedad. Nos ha ayudado a poner nombre a la violencia obstétrica y a identificarla como una arista más de la violencia de género, a comprender por qué existen todavía algunas prácticas inadecuadas y el por qué del androcentrismo en la práctica sanitaria.
Pero sobre todo, el feminismo nos da herramientas para el cambio. Para trazar el camino en la defensa de nuestros derechos y los de nuestros hijos e hijas en el embarazo y el parto. Nos une a todas, nos hace más fuertes.
El Parto siempre será nuestro. Lo ha sido, lo es y lo será. Porque tenemos todo lo que se necesita para parir: nuestros cuerpos y nuestra fuerza. Y por mucho que se empeñen en arrebatárnoslo no lo van a conseguir.
En tiempos que cuestionan y amenazan nuestros más básicos derechos sexuales y reproductivos, donde pretenden difuminar el límite inquebrantable de nuestros cuerpos y decidir sobre nuestros embarazos y partos, no podemos quedarnos quietas y calladas. EL PARTO ES NUESTRO, ayer, hoy y siempre.
Venid ahora vosotras (...) hermosas hijas del libre pensamiento, que lucháis por romper unas cadenas que sólo desata la muerte; valientes amazonas que no vaciláis en medir vuestras fuerzas con el gigante invisible que os vence.
ROSALÍA DE CASTRO (El caballero de las botas azules).
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