El problema está en las dos partes, y retroalimentado por ambas, lo cual impide un cambio de tendencia rápido: médicos gines y obstetras acostumbrados a ninguna objección a su praxis, y mujeres abandonadas a la suerte del personal que atiende su parto, evitando informarse y ocuparse activamente de su estado.
Hace unos meses indiqué a una mujer embarazada de mi familia, la existencia del plan de parto.
En el Hospital que dió a luz, le dieron dos documentos ya cumplimentados, plan de parto A, plan de parto B. Plan de parto A: "natural", plan de parto B: intervenido o medicalizado.
Ella tenía intención de entregar el plan de parto A.
La última revisión antes del parto, el ginecólogo vió entre los papeles que ella portaba los dos formularios. Y le dijo que tuviera cuidado con lo que firmaba, puesto que si a él le venía una embarazada de parto con el formulario "natural", no le pondría la epidural ni aunque la mujer lo pidiera a gritos, o de rodillas, o como fuese.
DUDA 1: si una mujer firma un documento y en el momento del parto decide otra cosa, ¿con volver a firmar un consentimiento informado es suficiente no?
Terminó de convencerla diciéndole que claro, corría riesgo su carrera profesional, debido a que no podría administrar algo en contra de lo que previamente venía firmado en su plan de parto correspondiente. (Muy bien por el señor doctor, no dijo nada que no fuese verdad, no mintió; pero si que omitió otra información, eso es manipular.)
DUDA 2:¿no se supone que en caso de extrema necesidad prevalece sobre el plan de parto la decisión del profesional sanitario , como se demuestra en los casos en los que los profesionales han recurrido a este resquicio legal para saltarse a la torera planes de parto, de manera injustificada?
Ella finalmente entregó un formulario de parto intervenido.
Al final de todo sólo pude decirle: ¿y por qué confías en la palabra del ginecólogo?
Pienso que algunos profesionales de este campo sanitario utilizan la desinformación generalizada para continuar con su modus operandi, evitando en cualquier caso que las nuevas medidas a favor de un parto respetado, y lo menos medicalizado posible, la información circulante, y la influencia de asociaciones como esta, lleguen a término.
Pienso que muchas mujeres no quieren informarse respecto a sus derechos, a las alternativas y a la formación de un criterio en esta materia, porque eso implica tomar decisiones, ir por delante, invertir, tiempo y esfuerzo. Y todas estas cuestiones no son las que más caracterizan el tipo de sociedad en el que vivimos.
Ante la actitud de este sector de la sanidad, ante su arrogancia, su soberbia, su orgullo y sus limitaciones; ante la actitud de la mayoría de las mujeres embarazas ; ante su pasividad, su dejadez, su docilidad y su ignorancia.
Creo que las minorías tendremos mucho más camino por recorrer.
Y respecto a la entrada; diré que: estando de acuerdo con que preguntar no es cuestionar, sí considero imprescindible cuestionar como mecanismo de avance de la sociedad. Y, es más, creo que ninguna persona puede o debe ofenderse por sentirse preguntada o cuestionada. Sinceramente, es que no hay motivo para ello. Y menos aún cuando se trata de profesionales de la salud ante pacientes.
NADIE puede sentirse en posesión de la verdad absoluta.
Claro que hay que preguntar, y mucho; pero cuestionar, más. SIEMPRE, EN TODO.
CUESTIONAR ES IMPRESCINDIBLE PARA PENSAR.
Un saludo,
Adri