Justo hoy cumplo 4 meses de perder a mi bebé, día que recuerdo con mucho dolor, tenía 27 semanas de embarazo. Las ecografías anteriores no habían evidenciado nada, pero justo esa última mostró las deformidades que tenía mi bebé. El 19 de julio me hospitalizaron para suspender el embarazo. Y a pesar que un par de semanas antes sabía que tenía que tomar una decisión, pues sus órganos vitales no estaban completos, nunca estuve preparada para perderlo, ese día
me aplicaron un medicamento para parar su corazón, ese momento no se olvida, sentir que no puedes hacer nada, sólo esperar hasta que las contracciones empiecen para que mi bebé nazca sin vida. No pude tener a mi familia cerca por temas de pandemia. Sólo un celular para comunicarnos, sola en una habitación con personal idóneo para realizar el procedimiento pero a la vez sin un guía o apoyo emocional. Muchos hospitales no están capacitados para atender la parte emocional y sicológica de las pacientes que afrontamos este duro momento. Sólo Dios sabe como saqué fuerzas para estar consciente. No pude ver a mi bebé, decidí
no quedarme con esa imagen, quería imaginar su carita y un llanto que nunca pude escuchar, no pude tener ni sus huellas como recuerdo, conservo las cenizas que son parte de él. Siempre seré la mamá de un Ángel llamado Matías.