Carta a la Paz
Del blog La casita de algodonales
Han pasado tres años y medio y una serie de acontecimientos vitales me han permitido, por fin, hablar sobre mi primer parto. Fue un parto en casa intenso y con algunos bloqueos personales. Fue un parto asistido por una matrona colegiada pero vivido en secreto, ya que pensamos que no contarlo a familiares y amigos nos protegería de sus posibles comentarios negativos respecto a nuestra decisión. La realidad es que esta visión de estar haciendo algo casi prohibido no ayuda a que el parto fluya, tampoco ayuda que no exista una coordinación real entre los partos en casa y los hospitales del Estado, como sí existe en otros países como Reino Unido y Holanda.
Si hay un problema no eres bienvenida en determinados hospitales estatales y llegas estigmatizada. Por otro lado, algunas personas elegimos parir en casa porque no estamos de acuerdo con cómo se aborda el parto normal en los hospitales, de una forma demasiado intervencionista y muchas veces violenta, y porque pensamos que la experiencia va a ser más respetada en nuestro propia casa, siempre que sea un embarazo de bajo riesgo y se cumplan unas medidas de seguridad. Pero, ¿puede ser seguro si somos personas non gratas en los hospitales que hemos elegido en nuestro plan de parto o son los más próximos para atender las posibles complicaciones?
Es la pescadilla que se muerde la cola. Este divorcio entre dos mundos, el del parto en casa y el mundo hospitalario, significa que se convierten en antagónicos cuando deberían trabajar conjuntamente o complementarse.
La aproximación a la memoria de este evento tan trascental en nuestras vidas ha necesitado de varios años de reposo y un nuevo parto lleno de oxitocina natural, un parto imparable, doloroso y sencillo para poder abordar la vivencia pasada del primero. Es decir, he necesitado que el tiempo y la madurez me ayudaran a enfrentarme a lo vivido y pudiera volver al pasado para cerrar un ciclo y darle un sentido. El segundo parto me ha dado la energía y la fuerza para que sea más fácil hablar del primero, pero aunque no hubiera tenido más hijos también habría escrito esto tarde o temprano. Pensar que pasando página los traumas se curan solos creo que es un error. Nunca se van, solamente parecen dormidos, como fantasmas que vuelven a atormentarte una y otra vez… Hay que mirarlos a la cara, aunque duela, para poder superarlos y salir reforzadas.
Con la esperanza de que mi experiencia pueda servir a otras personas en la toma de sus decisiones y que mejore el trato humano recibido en los hospitales me atrevo a compartir un parte de mi intimidad y mis vivencias personales (¡gracias a todas esas valientes que se han atrevido a hablar de violencia y agresividad en sus partos y pospartos antes que yo!). Tenemos que ser conscientes que el silencio, independientemente del lugar donde se desarrollen los partos, colabora con la perpetuación de las malas prácticas e impide que las cosas mejoren. No es una queja al uso porque en realidad lo que busco es un cambio y una entrevista con las personas que no me trataron en el hospital como yo creo que debían haberlo hecho. No me interesa ni el dinero ni el victimismo. Me hago responsable de mis decisiones para bien y para mal, reconozco mis aciertos y mis errores.
Sobre los bloqueos personales me gustaría hablar largo y tendido pero tendría que hacerlo en otro post. Casi cuatro años después de la experiencia lo puedo decir y repetir una y otra vez burlándome de mi orgullo: no lo podía saber en ese momento y ningún curso podía prepararme, pero no estaba preparada para un primer parto domiciliario dadas mis circunstancias vitales durante ese embarazo (lo viví en pleno conflicto laboral y sin maternaje), la mochila que llevaba a cuestas de adoctrinamientos varios y la pérdida de la cultura del parto en casa. Además, creo que tenía que haber sido trasladada al hospital mucho antes de lo que lo hicimos. Pero todo ello no es motivo ni justificación para todo lo que vino más tarde. Por mucho que lo intentaran, ni me averguenzo ni me autoodio.
Después del traslado, fui maltratada en el hospital por haber parido en casa y se me dio de alta sin tratar, sin advertirme ni marcar un tratamiento o un control sobre mis niveles de hemoglobina en sangre lo que me puso en verdadero peligro durante el primer mes de vida de mi hijo. Todavía pienso que fue un milagro que consiguiéramos mi hijo y yo establecer la lactancia materna como lo hicimos en esas circunstancias. Hasta hubo quien pudo pensar que sufría depresión posparto cuando lo que tenía era una anemia terrible…
Me encuentro, por tanto, en terreno de nadie. Las personas que no aprueban el parto domiciliario asistido por matronas dirán que soy una irresponsable y creerán que este escrito les da la razón. No es así y la experiencia holandesa, entre otras, creo que lo avala. Esto no impide tratar de comprender y asumir las dificultades crecientes que se observan también en los partos en casa y que bien señala Michel Odent en su último libro (por ejemplo, se detecta que cada vez son más largos). Por otro lado, las personas que apoyan el parto en casa casi nunca hablan de las experiencias que no salen bien, no se habla de los que tienen problemas y casi nadie publica sus historias de parto dificultosos o que tuvieron que requerir un traslado al hospital.
Esta es la carta que he enviado a La Paz (he borrado los datos personales o características físicas que pudieran identificar a personas concretas) para quejarme del trato y solicitar una entrevista con las personas que me atendieron. Puede que tenga un estilo demasiado “legalista” y quizás frío. No es mi “idioma” pero he preferido usar el formato que creo que mejor comprenderán y al que están acostumbrados, mezclándolo con palabras que salen del corazón. Escribirlo ha sido muy sanador y se han curado muchas heridas… No quiero guerra, quiero paz, pero no una falsa “Paz” después de la Guerra (Civil), como bien ilustra el origen del nombre de esa institución…
AL CENTRO HOSPITALARIO PÚBLICO UNIVERSITARIO “LA PAZ”
SERVICIO DE ATENCIÓN AL USUARIO
PASEO DE LA CASTELLANA, 261, 28046, MADRID
Madrid, 30 de octubre de 2015
Yo, Tania Gálvez San José, ante este organismo comparezco y formulo esta queja contra el trato recibido en el servicio de Maternidad del Hospital Universitario de La Paz y solicito entrevista con la matrona de la planta nº11 que me atendió mientras estuve ingresada (cesáreas) o el Jefe de Servicio de Obstetricia y Ginecología de la Maternidad de La Paz en su defecto por los siguientes
MOTIVOS
Primero.- En 7 de abril de 2012 a las 22:20 nació mi hijo en mi domicilio del barrio de Tetuán de Madrid, en un parto en casa asistido por una matrona colegiada y especializada en este tipo de partos. Todo el embarazo fue seguido en el centro de salud y de especialidades José Marva de Madrid, siendo un parto de bajo riesgo y, en el plan de parto presentado a mi matrona quedaba previsto que, en caso de surgir cualquier complicación o urgencia durante el mismo (como fue el caso), el hospital elegido por su cercanía para mi asistencia sería La Paz.
Segundo.- Después de nacer mi hijo decidimos llamar al Samur 112 y desplazarnos a La Paz ya que la placenta no era expulsada y consideramos que era más seguro, dada la evolución del parto, extraerla en un medio hospitalario y comprobar que no quedaban fragmentos con un ecógrafo. Además, después del nacimiento había perdido el conocimiento durante unos instantes y me fue administrado suero por este motivo.
Una vez que llegamos a La Paz para extraer la placenta (mi bebé y yo juntos en todo momento) recibí el comentario hiriente de dos ginecólogas que me dijeron, sin motivo aparente, que “dejara de reirme, que lo mismo tenían que hacerme un legrado con anestesia general”. En ningún momento, como comprenderán dado mi estado, estaba riéndome. Sólo intentaba mantener la calma y una actitud cordial, quizás sonriendo (¡acababa de nacer mi primer hijo y de convertirme en madre!), pero en ningún momento faltando al respeto como sí se me faltó a mí. Ese comentario me hizo bajar de repente a la dura realidad amenazante de un hospital como el suyo. Tenía que dejar de sonreir, lo que hice asustada al instante. Llegó otro ginecólogo y tirando de la placenta (no sentí ningún dolor en ningún momento) salió. Su trato fue respetuoso, hizo su trabajo de forma correcta sin realizar comentarios ni juzgar (en el informe clínico, historia clínica XXXXXX, pone “alumbramiento extracción manual de placenta a las 2:30 horas del día 08-04-12. Placenta completa. Membranas completas”). Las ginecólogas de antes revisaron con el ecógrafo que no quedaran restos, exploraron con la mano y me subieron a planta. Mientras, a mi hijo le hicieron todas las pruebas y mediciones que consideraron pertinentes. Me hubiera gustado que no me lo separaran de mí y que esas pruebas se hubieran hecho en otro momento.
Tercero.- Una vez en planta (XXXXX), el maltrato psicológico y verbal por parte de diferentes enfermeras, matronas y auxiliares continuó. Se continuó criticando y opinando sobre mi decisión de parir en casa, invadiendo mi intimidad y cuestionando mis ideas. Durante toda mi estancia (desde el 8-11 de abril de 2012) se hacían comentarios no solicitados o preguntas sobre mis motivos para haber elegido parir en casa o juicios de valor negativos sobre mi decisión. Hasta el punto de que una profesional, a la que le estaré eternamente agradecida por haberme enseñado a amamantar y por haberme defendido de los comentarios hirientes de sus compañeras, les dijo a algunas de ellas que pararan. Ese es el tipo de profesional respetuoso, valiente, no corporativista y que, sobre todo, realiza bien su trabajo que debería ser el emblema de su institución.
Cuarto.- Después de dos noches sin dormir cada vez que el personal sanitario entraba en la habitación se hacía sin las mínimas condiciones de respeto como hablar bajo o no encender las luces, condiciones que sí se contemplan en otros hospitales a día de hoy (he visto carteles en este sentido en los paritorios del 12 de Octubre y sí se respeta en el hospital de Torrejón). En nuestra habitación se entraba a cualquier hora del día o de la noche sin llamar, encendiendo luces y haciendo ruido, incluso cuando dormíamos o lo intentábamos.
Cinco.- Al día siguiente de nuestra llegada, la matrona me dijo que me tenía que duchar. Le dije que creía que me iba a caer porque me notaba muy débil y ella insistió. Efectivamente, me derrumbé y ella casi ni me podía sostener. ¿Era necesario dar órdenes como si estuviéramos en el Ejército o en la Mili? ¿Por qué tenía que ducharme si no me encontraba bien? Recuerdo que en los análisis de sangre que me fueron realizados en la madrugada del 8 de abril, a mi ingreso, tenía unos valores de hemoglobina en sangre de 8,2. Esto no lo supe hasta que solicité mi historia clínica un mes después y la recibí un tiempo más tarde.
Sexto.- Al día siguiente de mi ingreso no conseguía orinar con normalidad y me pusieron una sonda. Me quejé de que tenía sensación de cistitis, me hicieron un análisis y lo descartaron. Sin embargo, la sensación de cistitis fue a más durante los siguientes días. Al salir de La Paz fui a mi centro de salud, analizaron la orina y efectivamente tenía cistitis. Una vez que me tomé la medicación mi vida cambió a mejor. En el hospital relacionaron mis dificultades para orinar a que como el parto había sido en casa no había sido sondada como se hace en el hospital. También se achacó mi nerviosismo y ansiedad para ser sondada a un supuesto estrés por el parto en casa, en realidad mi ansiedad era creciente debido al maltrato recibido nada empático con mi persona y cuyo único objetivo era culpabilizarme y amonestarme por mi decisión personal de parir en casa asistida por una matrona colegiada.
Séptimo.- Una enfermera o auxiliar (no lo sé) hizo comentarios burlones criticando costumbres de otras culturas (y de la nuestra antes de la industrialización) como el descanso en la cuarentena. En concreto, sobre mi compañera de habitación, hindú y la costumbre existente en su país de descansar durante 40 días en cama y ser cuidada por la familia/comunidad. A este respecto me gustaría comunicar para su reflexión, que ya me gustaría a mí que aquí en España existiera esta costumbre todavía hoy en día, donde después de parir nos encontramos cansadas y solas entre cuatro paredes junto a un bebé en brazos y sin ninguna experiencia para criarlo, bebé al que hay que cuidar y alimentar durante las 24 horas del día, estemos anémicas (como fue mi caso) o no. No estamos enfermas pero necesitamos ayuda y un trato al menos respetuoso si es que no puede ser cariñoso o empático.
Octavo.- Uno de los días de mi ingreso en la maternidad de La Paz vino a visitarme una amiga. La matrona/enfermera, antes citada con el tema de la ducha, me dijo que moviera mi mesa (estaba comiendo) para no invadir el espacio de la otra familia y así lo hice sin quejarme, oponer ninguna resistencia o emitir comentario alguno (tampoco la otra familia hindú, de la que me hice amiga, se había quejado de nada). En ese momento dijo “tú sólo sabes molestar”, sin que yo hubiera dicho o hecho nada. Mi amiga se quedó muy sorprendida e indignada por el trato que estaba recibiendo.
Noveno.- Dejo para el final el error más grave de los tratos recibidos. La negligencia de darme el alta sin informarme de mi nivel de anemia y sin recetarme hierro ni la correspondiente revisión/análisis de sangre en mi centro de salud. Al llegar a La Paz se me realizaron análisis de sangre que dieron como resultado (8 de abril de 2012 a las 2:54) un nivel de hemoglobina de 8,2. Sin embargo, en la hoja de “registro de urgencias” no pone nada en “recomendaciones al alta”. En la hoja evolutiva en “tratamiento” tampoco pone nada. En el informe clínico en Tratamiento pone “no precisa” (nº de Historia Clínica XXXXXX). En la historia clínica hay una hoja con un texto escrito a mano en el que se habla del tratamiento para mi dificultad para orinar y el respectivo sondaje, pero no pone nada de que debiera tomar hierro o de que se estuviera valorando una transfusión. Esta negligencia provocó que los primeros días en casa me encontrara muy débil, con taquicardias al subir las escaleras de mi domicilio (un tercer piso sin ascensor), palidez extrema y que incluso hablara en sueños.
El día 27 de abril me realicé análisis de sangre en mi centro de salud de la calle Villaamil dando como resultado 7,6 de hemoglobina. Mi médico nos llamó alarmado a nuestros teléfonos personales al ver los datos y recomendó que volvieramos de urgencias a valorar transfusión. Eso hice e ingresé de nuevo ese mismo día con alta el 28 de abril (planta XXXX). A mi salida, después de la correspondiente transfusión, tenía 10,3 de hemoglobina y esta vez sí salía de La Paz con el tratamiento de Ferrosanol 100 2 pastillas diarias. Todos los síntomas antes citados desaparecieron. Considero que mi vida estuvo en peligro debido a esta negligencia médica y que hay una relación entre la misma y los prejuicios contra el parto en casa que existen en el personal sanitario de La Paz.
Por todo lo expuesto, además de interponer una queja por el maltrato recibido
SOLICITO
Primero.- Una entrevista con la jefa de las matronas/enfermeras de la planta XX que me atendió. No sé su nombre, solamente recuerdo que tenía el pelo XXXXX y XXXXX. Me gustaría poder exponer mi opinión sobre el trato recibido y la falta de respeto a mis ideas y opciones sobre el parto en igualdad de oportunidades, ya que cuando las sufrí no podía defenderme ya que me encontraba en uno de los momentos más vulnerables de mi vida: acababa de nacer mi hijo, tenía mucha anemia y me encontraba psicológicamente traumatizada por el trato recibido. El objetivo que mueve la petición no es el revanchismo o la búsqueda de una indemnización económica, sino iniciar un diálogo que conduzca a que ninguna otra mujer, ni por consiguiente su bebé, tenga que pasar por lo que yo pasé en la Maternidad de La Paz.
Segundo.- Que se cumpla y se respete en la Maternidad de La Paz:
- El artículo 14 de la Constitución Española:
Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
- La Declaración de Lisboa de la Asociación Médica Mundial:
1a. Toda persona tiene derecho, sin discriminación, a una atención médica apropiada.
2a. El paciente tiene derecho a elegir o cambiar libremente su médico y hospital o institución de servicio de salud, sin considerar si forman parte del sector público o privado.
Solicito, por tanto, que no se cuestionen las ideas sobre el parto en casa, como tampoco deberían cuestionarse las opciones de vida, las ideológicas, políticas, culturales o religiosas de los pacientes, o de cualquier otro aspecto de su vida privada. Así mismo no se debería proporcionar un peor servicio o realizar acoso verbal o psicológico a las personas que paren en casa y que, por el problema que sea, tienen que ser trasladadas a su hospital. Por ejemplo, como tampoco se le debería cuestionar a un ciclista que llega de urgencias por un accidente de tráfico su opción de usar ese medio de transporte en la sala de operaciones o en su posoperatorio. Se le debe atender bien, dentro del mutuo respeto que debe existir en cualquier relación humana. Además, si en un futuro la Seguridad Social financiara el parto domiciliario seguirían siendo los hospitales los que atenderían los partos de riesgo y los domiciliarios en los que surgen complicaciones, existiendo una buena comunicación y coordinación entre matronas de parto en casa y maternidades hospitalarias, lo que repercutirá en mejores partos, más seguros para las mujeres y sus hijos.
Tercero.- Que todo el personal de la Maternidad de La Paz tenga acceso a la siguiente información para su consiguiente reflexión, dados los prejuicios contrarios a la evidencia científica respecto del parto domiciliario del anterior Jefe de Servicio de Ginecología de La Paz, Antonio González González[1]:
- El parto en casa no es una práctica ilegal en nuestro país.
- El parto en casa asistido por una matrona colegiada no es una imprudencia[2]. El Colegio Oficial de Enfermería de Barcelona ha editado una guía para su asistencia[3]. Cuando se han dado tres condiciones básicas de seguridad en el nacimiento: unicidad (exclusión de gemelos u otros partos múltiples), embarazo a término y asistencia sanitaria, el desarrollo del parto en casa no ha estado asociado, tampoco en España, a un mayor riesgo para la supervivencia del bebé[4].
- En el Reino Unido el parto en casa está subvencionado por la Seguridad Social desde el año 2009 y existe una coordinación entre matronas y hospitales. El parto en casa se contempla como una opción segura y legítima (ver las recomendaciones del National Institute for Health and Care Excellence[5]). Es normal el traslado al hospital cuando surge alguna complicación o se prevé que pueda surgir.
- Incluso aunque el parto en casa fuera una práctica ilegal, que no es el caso, o se hubiera realizado sin asistencia médica o incluso de forma temeraria en un embarazo de alto riesgo, el deber de los profesionales sanitarios no es juzgar, amonestar o castigar a los pacientes sino tratar de curarlos. Emitir juicios cuando ni siquiera el paciente se puede defender ni exponer su punto de vista al mismo nivel es, además, vil y cobarde.
Por todo ello, SOLICITO que admita este escrito, tenga por formulada esta reclamación y también que apruebe mi petición de entrevista con la responsable de la planta XX en la que estuve ingresada o en su defecto el Jefe de Servicio de Obstetricia y Ginecología de la Maternidad de La Paz. Espero me comuniquen su decisión y la posible fecha de esta entrevista en el plazo más breve posible.
Firma:
[1] http://www.laopiniondezamora.es/zamora/2012/09/02/oigo-parto-agua-ponen-pelos-punta/624293.html?fb_action_ids=10153614539396138&fb_action_types=og.recommends
[2] La Federación de Asociaciones de Matronas de España (FAME) pide que la sanidad pública financie el parto domiciliario: http://www.federacion-matronas.org/rs/1331/d112d6ad-54ec-438b-9358-4483f9e98868/043/fd/1/filename/posicionamiento-parto-domiciliario-fame-def.pdf
[3] www.coib.cat/uploadsBO/Noticia/…/GUIA%20PART%20CAST.PDF
[4]http://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/22935/1/ec7773_v8n1_2012_ENFERMERIA_COMUNITARIA_REVISTA_DIGITAL_ISSN-_1699-0641.pdf
[5] http://www.nice.org.uk/guidance/cg190/chapter/1-recommendations#place-of-birth
ACTUALIZACIÓN 4 DE DICIEMBRE DE 2015
Hace unas semanas me llegó esta carta de La Paz a mi domicilio. Las disculpas están bien, pero yo solicitaba una entrevista personal y eso lo han obviado. Aunque esa persona concreta esté jubilada imagino que habrá algún responsable que no lo esté. También obvian toda la parte relativa a la negligencia médica.
La respuesta me parece agridulce. Creo que algo está cambiando en ese hospital pero a la vez me molesta que ciertos profesionales se jubilen sin saber todo el daño que han hecho. Por otra parte, las ginecólogas que me atendieron en un primer momento eran jóvenes, aunque quizás ya ni trabajen allí. En cualquier caso yo me he quedado muy a gusto escribiendo mi carta y sabiendo que en algo va a contribuir al buentrato y el respeto a las madres y los bebés.
Por cierto, en otro orden de cosas y a pesar de que sea casual, es muy simbólica la fecha elegida (20-n), dado que el nombre de “La Paz” simbolizaba y celebraba el 25 aniversario de la victoria de la sublevación militar franquista (50 + 25 = 75 años de la finalización de la Guerra Civil en 1939).