En la vida y en la muerte, mi decisión, mi parto, mi bebé: Necesidad del parto respetado en la muerte intrauterina
Estamos en la Semana Mundial del Parto y Nacimiento Respetados (#SMPR #SMPR2016).
A lo largo del mundo madres, mujeres, activistas, estamos haciendo ruido, uniendo nuestras voces y nuestro andar para educarnos y educar sobre el respeto que necesitamos y merecemos al parir, y el respeto que merecen nuestras hijas e hijos al nacer. Aún cuando nacen muertos. Quizás, de alguna forma, más aún cuando nacen muertos.
Mi hija nació sin vida.
Necesité tiempo para pensar cómo iba a querer parirla.
Primero el miedo fue tan grande, y me quería negar a todo. No quería parir. No quería parir a una hija muerta.
Quería cerrar los ojos para que desapareciera la muerte, su muerte, mi cuerpo de parto.
Tuve miedo y me quise escapar.
Tuve tiempo y volví a mí. Hablé con mi hija y le dije "todo va a estar bien. Acá está mamá." Supe que iba a poder.
Para ello, necesité tiempo. Necesité sentirme protegida, que nadie me juzgaba, que no había expectativas ni directrices. Me sentí cuidada. Sabía que este momento era mío y de mi hija. Así pude parir.
Aún cuando el bebé ha muerto, sigue siendo mi parto. Sigo siendo una mujer con autoridad sobre su propio cuerpo.
Necesito tiempo sin presiones.
Necesito información para tomar decisiones.
No soy una niña, no necesito que tomen decisiones por mí sobre mi cuerpo y mi hija, y aún menos que me hagan cosas sin que yo lo sepa.
El tiempo que tuve con mi hija muerta fue (y será) el único tiempo en mi vida que pudimos estar juntas.
Necesité apoyo para sentir si quería tenerla en brazos, si quería estar un tiempo juntas después de su muerte. Necesité apoyo para dejarla ir.
Necesité espacio para llorar tranquila. Necesité intimidad para llorar loca, atacada, furiosa y rota, tan rota. Necesité sentirme cuidada, sin prisas ni presiones, sin "deberías" y sin juicios.
Yo decido sobre el cuerpo de mi hija.
Cuando un hijo ha muerto, la madre tiene derecho a elegir, sin prisa, cómo parir. Es la madre quien elige quién quiere que la acompañe.
En la vida y en la muerte, somos sus madres.
Mi hija ha muerto: es mi cuerpo, es mi decisión, es mi bebé.
Gracias por leerme, Sussii. Me emociona escuchar las historias de mujeres que ya son abuelas... que ha pasado tanto tiempo, y sus hijos siguen siempre en su corazón.
Maybeth, lo siento tanto. Siento mucho mucho la muerte de tu hijo... y siento también el trato que habéis recibido ambos. Haber estado solita con tanto dolor, ese abrazo que no te fue permitido... claro que necesitabas los besitos de tus hijos mayores!
Creo que seguimos rotas por mucho tiempo... o la vida entera, no lo sé. Pero de a poquito, vamos haciendo nuestro camino de sanación también, vamos emparchando nuestro corazón... que siempre va a doler, porque nuestros hijitos no están creciendo a nuestro lado...
Te mando un abrazo sereno