MANIFIESTO 8M EL PARTO ES NUESTRO
Imagen de campaña: Sofía Costa Sadagorsky (@saviacruda) para El Parto es Nuestro
Tras unos años de pandemia, en los que los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres han sido pisoteados en todo el mundo, con limitaciones en el acceso al aborto, con limitaciones a la hora de tener el tipo de parto que las mujeres deseaban, a pesar de las recomendaciones de la OMS, con madres y criaturas separados sin evidencia científica y sin conciencia del daño que provoca dicha separación....
Desde El Parto es Nuestro, hoy, 8 de Marzo, reivindicamos nuestro derecho a hablar y a ser escuchadas. Nuestro derecho a tomar parte en las decisiones que se tomen sobre nuestros cuerpos. Nuestro derecho a rechazar un tratamiento o una intervención médica sobre nuestros cuerpos. Nuestro derecho a tener un acompañante durante todo el proceso de nuestro embarazo, parto y puerperio. Nuestro derecho a exigir que todos los protocolos hospitalarios estén basados en la evidencia científica y que en todo momento seamos tratadas con respeto y dignidad, sin ser tachadas de "locas" o "exigentes". Y sí, también nuestro derecho a denunciar las prácticas obsoletas y sin evidencia científica que seguimos sufriendo cada día.
Desde El Parto es Nuestro, hoy, 8 de Marzo, denunciamos la existencia de una violencia de género estructural, silenciada y negada, la violencia obstétrica.
Nos duele el negacionismo de muchos profesionales sanitarios, nos duele que nuestros relatos, nuestras heridas, nuestros dolores, no sean tenidos en cuenta. Nos duele ser invisibles para la ciencia y para la medicina, como ha demostrado el hecho de que no se investigara en ningún momento los problemas de la pandemia con perspectiva de género, desde la mayor cantidad de mujeres contagiadas debido a su mayor implicación en los cuidados, hasta los efectos secundarios de las vacunas, que han provocado alteraciones en el ciclo menstrual hasta en un 50% de las mujeres vacunadas, según emiten las conclusiones del Proyecto EVA (Efecto de la vacunación contra el SARS COV-2 en el ciclo menstrual de mujeres en edad fértil. Universidad de Granada)
Nos duele que esa invisibilidad haya sido aún mayor para las mujeres embarazadas, en parto y en puerperio. Nos duele que no se haya mantenido a las matronas en sus puestos porque, al parecer, el cuidado de la mujer gestante no es prioritario en una pandemia.
Nos duele haber tenido que ir a las ecografías solas, haber tenido que parir solas, haber cuidado de nuestros hijos e hijas durante las primeras horas en soledad, haber sido separadas de nuestros hijos e hijas, haber dificultado nuestras lactancias, por protocolos absurdos, sin evidencia científica, y en contra de las recomendaciones de la OMS.
La violencia obstétrica existe, y en esta pandemia se ha recrudecido en todo el mundo, en España, también.
Y queremos finalizar recordando que es una violencia que padecemos las mujeres y también muchos de los profesionales que nos atienden, encorsetados en protocolos en los que no se sienten cómodos, en prácticas que saben obsoletas y que no pueden cambiar porque "aquí siempre se ha hecho así". Profesionales a las que no se les ha permitido ejercer su profesión, como las matronas a las que apartaron de sus puestos de trabajo al inicio de la pandemia.
En éste 8 de Marzo tenemos poco que celebrar, aunque tenemos esperanza. Tenemos esperanza de ser escuchadas en nuestro dolor, en nuestra herida, en la violencia que hemos sufrido. Tenemos esperanza de que, de una vez por todas, TODOS los profesionales que atienden a mujeres embarazadas, en parto y en puerperio, reconozcan la existencia de esa violencia estructural que nos afecta tanto a las mujeres embarazadas como muchos de los profesionales que nos atienden. Porque sólo reconociendo que existe un problema, podremos encontrar entre todos y todas, una verdadera solución.