Tras el nacimiento, las mujeres suelen sentirse abandonadas por el sistema. Una embarazada está muy controlada, pero cuando el puerperio ha llegado, parece que ya nadie debe atenderla. Esto no es así (o no debería serlo). La matrona puede asesorar en el inicio de la lactancia o en dificultades de la misma; acompañar a la mujer en el proceso del cambio vivencial que está sintiendo, ayudarla con el bebé, aconsejar a la hora de sobrellevar la adaptación a la nueva vida, revisar físicamente a la mujer (las mamas, el suelo pélvico, el cuerpo en geneeral). El número de las revisiones posparto (que se pueden hacer en el propio domicilio) dependerá de cada situación y cada familia. Como mínimo, podría ser:
- 1ª visita. Primer día posparto. Valorar inicio de lactancia, el sangrado y la involución uterina y estado general del bebé.
- 2ª visita. Tercer día posparto. Vuelta a casa, detección precoz de problemas de lactancia, estado del bebé, revisión perineal superficial.
- 3ª visita. 10-15 días posparto. Evolución del peso del bebé. Valoración del sangrado y del estado general materno. Adaptación.
- 4ª visita. Tras la cuarentena. Valoración del suelo pélvico. Despedida.
De esta forma, la mujer y su bebé son acompañados desde el inicio hasta el final del proceso de embarazo, parto y puerperio. Cuando este acompañamiento es realizado por una misma persona con la que se establece un vínculo emocional, proporciona a las mujeres y sus familias más seguridad en sí mismas, disminuye los miedos y se reducen las complicaciones por exceso de intervencionismo.