Lourdes Pascual
7 Feb 2014
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2 comentarios

El parto ceremonial

Serie "Los niños primero" - entrega III

Foto cedida por Paula Jamar López

«El bebé no marginal, nacido en el hospital, cae directamente desde su madre y de cabeza a las manos hábiles y patriarcales del Padre comadrón (la eventual comadrona está a sus órdenes), rodeado por todo un aparato de salvamento. Reina el pánico. Se diría que los niños de la sociedad de las Luces sólo nacen para morir, a menos que la Ciencia no los salve a tiempo de una muerte cierta. Nacer no es algo normal, es una enfermedad. El espectro de la mortalidad infantil continúa atemorizando las maternidades y se enarbola a la menor duda expresada sobre la necesidad del detalle de una sucesión de gestos que presentan todos los signos de un ritual. Cualquier propuesta de cambio que no afecte a la misma seguridad, como un corte diferido del cordón, un poco menos de ruido, provoca el anatema: ¡Queréis matar a nuestros hijos!

¿De verdad son suyos? La madre no debe intervenir, sino dejarse guiar, no es ella la que sabe, son ellos. Un etnólogo que no conociera nuestras costumbres podría interpretar el parto como un ceremonial de desposesión de la mujer –de su poder envidiado y temido de dar a luz– por los hechiceros blancos del clan masculino. ¡Lejos de nuestras manos, no hay salvación posible! Los progenitores, hundidos en el temor propiciatorio, consultan al doctor cualquier cosa: tienen fe. Él es Sagrado. La ciencia es esotérica. Hemos topado con una religión, y el anciano Dios Padre es siempre el mismo.»

Christiane Rochefort: Los niños primero, 1977

rluque81 (unverified)
7 Feb 2014
Texto duro pero realista. Ni el embarazo es una enfemedad, ni el parto una intervención quirurgica....Ni los profesionales son dioses sin los que la nueva vida nunca veria la luz...
susii (unverified)
8 Feb 2014
Al leer este texto he visto mi primer parto como una película ante mis ojos. Es como si pusiera palabras al sentimiento de despojo y de robo que se puede llegar a sentir en un ambiente como el que viví yo, aunque por desgracia no soy la única. Si pudiera volver atrás por un sólo momento nadie conseguiría robarme a mi bebé sin sentir mis dientes en su cuerpo, como lo siento lo digo, no voy a ser políticamente correcta. Pero no puedo y eso es para siempre. Un primer parto no se puede repetir y sólo deseo que las madres de hoy sepan informarse y coger lo que es suyo, agradeciendo la ayuda cuando sea necesaria, una verdadera ayuda y no un ritual macabro basado en ninguna evidencia científica, por supuesto.