Incompatibilidad del Rh. Embarazo y Rh negativo
o "El caso de las parejas negativas”
Por Mar Alegre
Quería contar mi caso, el de una madre y un padre negativos, que tendrán hijos con Rh también negativos, y no cabe la posibilidad de que el bebé sufra los inconvenientes de la incompatibilidad de Rh. Por tanto, y siguiendo el principio de “si no está estropeado, no lo arregles”, no habrá que tomar ninguna precaución al respecto. En este caso, no habrá problemas de incompatibilidad de Rh.
El Rh de la sangre es determinado por un antígeno que se encuentra en la superficie de los glóbulos rojos. Somos Rh positivo si el antígeno se encuentra en nuestra sangre y Rh negativo si no lo tenemos.
Este mecanismo necesita tiempo para desarrollarse, por ello normalmente no afecta al primer hijo (si no ha habido abortos anteriores). El riesgo se incrementa en posteriores embarazos, pudiendo crear problemas (desde leves a serios) al bebé, e incluso provocar su muerte.
En el caso de que existiera esta incompatibilidad (se puede diagnosticar mediante el test de Commbs), se puede inyectar a la embarazada inmonuglobulina de Rh, que previene el desarrollo de los anticuerpos en contra de los glóbulos rojos del bebé.
La herencia del Rh se compone de dos genes: uno se hereda de la madre y otro del padre. El gen Rh positivo es dominante, de manera que:
Con los genes + + el factor Rh en la sangre del bebé será positivo.
Con los genes + – el factor Rh en la sangre del bebé será positivo.
Con los genes – – el factor Rh en la sangre del bebé será negativo.
Solo existirá un posible problema de incompatibilidad de Rh cuando la madre sea Rh negativo y el padre Rh positivo y siempre a partir del segundo embarazo. Cuando ambos padres tienen el grupo sanguíneo negativo, como comentaba es nuestro caso, está asegurado que no habrá ningún problema, ya que el bebé será Rh – como la madre.
Sin embargo, el protocolo está diseñado para asegurarse de llegar a los casos más desfavorables. Cuando una madre tiene Rh negativo, se le indica directamente que se inyecte la inmunoglobulina. Ni se le suele informar de esto, ni se le pregunta por el Rh del “padre”.
No es necesario ser excesivamente culta para conocer el factor Rh y comprender el mecanismo de su herencia: se estudia en la enseñanza secundaria. Cuando en el embarazo de mi primer hijo me comentaron el problema de este síndrome y la necesidad de la inmunoglobulina me negué a algo innecesario y los médicos la verdad es que no insistieron demasiado.
En mi segundo embarazo, una ginecóloga muy amable y correcta, dedicó bastante tiempo a razonarme lo que es el Rh y su herencia, ante lo que yo siempre respondía que lo comprendía perfectamente y precisamente por eso no me iba a poner la inmunoglobulina: mi hijo sería negativo. Intentó convencer también al futuro padre. Como el tiempo que dedicó no le sirvió para nada, intentó también hacerme dudar de la propia naturaleza: “las leyes de Mendel a veces juegan malas pasadas…”. Qué metáfora para hablar de “cuernos”.
En el tercer embarazo, el ginecólogo en cuestión no era tan sutil y me dijo directamente que me la tenía que poner porque el marido daba igual, lo que importaba era el padre. A todas las mujeres negativas se les ponía y punto. Me negué de nuevo. Se desesperó bastante e insistió lo suyo. Nos dijo que éramos muy raros, que en los últimos 20 años no había visto una pareja de negativos. Apuesto a que sí, pero habrían aceptado la rutina y, como cualquier rutina, se le habría olvidado. Al final dijo que, como había unas horas para tratar el posible síndrome una vez nacido el bebé, lo apuntaba para estar atentos tras el parto.
Mis tres hijos son negativos. Cada uno tiene el pelo de un color, pero el mismo Rh, cosa que ya se sabía antes de que nacieran.
El protocolo considera a todas las mujeres Rh negativas y con hijo Rh positivo, así todas reciben la inmunoglobulina.
No acepto a que me coloquen este perfil si no es el mío.
De nuevo decimos: INFÓRMATE Y DECIDE.