Apoyo emocional en el embarazo
Salgo de la consulta de mi matrona, la que me sigue el embarazo por la Seguridad Social, sintiendo que ha pasado algo extraño y no sé qué es lo que es. Pero continúo con mi día a día. No hay tiempo de pararse a pensar porque la vida nos atropella, sobre todo cuando ya tenemos algún hijo viviendo fuera de nuestro útero hace más o menos tiempo. Entonces, unos días después, se enciende la bombilla… ¡Ah sí, fue aquello! Ese momento fue lo que me descuadró.
Entre preguntas de salud, más o menos rutinarias, se coló sin avisar:
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¿Tienes apoyo de tu pareja, familia, amigos?
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Sí, gracias.
Y ahí se acabó. Ni una mención más al apoyo emocional en el embarazo. Escondida entre una batería de cuestiones sobre el insomnio, los ardores de estómago, las hemorroides y cuántos lácteos tomo al día, agazapada detrás de un control de tensión y otro de peso, estaba la pregunta más importante de todas las que me hicieron en aquella visita de veinte minutos. Sin embargo, pasamos de puntillas por ella, casi hablando bajito, no fuera a ser que la respuesta fuera un “no, la verdad es que me siento triste, con ganas de llorar e incluso deprimida a ratos…”
En el acompañamiento de nuestros embarazos no podemos contar con los proveedores de salud, porque lo único que parece relevante es el bienestar físico y que el emocional no lo es en absoluto. Casi dando gracias de que nos hayan inquirido sobre cómo nos sentimos, aunque realmente no nos hayan dado la opción de contestar verdadera y sinceramente. La única patología que existe es la del cuerpo, la del alma es mejor enterrarla.
En pleno puerperio, mejor no hablamos… Cuando todo cambia, se tambalea, no contamos con el sustento de quienes tienen experiencia en el día a día y deberían estar formados para ofrecer pie, consejo, quizás sólo escucha. Eso sí, nos llevamos las manos a la cabeza si nos enteramos de que una madre no siente apego con su bebé, no ha creado el vínculo ni se enamoró nada más verlo, o, peor aún, ¡¡tiene depresión postparto!! Por eso volvemos a enterrar esas historias, a avergonzarnos si las vivimos, a no compartirlas con la sociedad. La lacra del silencio que no termina de enterrar la verdad, pero sí ahoga a quien la vive.
A pesar de todo, matrona, si me lees… Gracias por preguntar. Aunque sólo siguieras el guion del protocolo y casi no quisieras saber.
Creo que una cosa es la matrona que hace el seguimiento en el ambulatorio y otra las matronas que atienden en el hospital. Como en todo, hay buenas y malas profesionales, no creo que este artículo diga que ninguna matrona da apoyo emocional en el embarazo, pero la realidad es que son una minoría, y en el hospital menos. La parte emocional del embarazo, parto y postparto es algo que tiende a dejarse de lado, presuponiendo que está lleno de alegría cuando no tiene por qué ser así. Sería bueno que existiesen protocolos definidos de atención y seguimiento así como actuaciones a llevar a cabo en caso de detección de depresión postparto, o baby blues para que luego junto con las revisiones del bebé se atendiera a la madre correctamente, ya que normalmente es la gran olvidada en el postparto, más allá de una "pequeña" valoración del suelo pélvico...
No quiero entrar en discusiones políticas porque ni vamos a arreglar nada, ni nos van a arreglar la vida. De lo que sí estoy segura es que de lo que pasa en España tenemos la culpa los españoles. Los políticos son un espejo de la sociedad. Todos son el mismo perro con distinto collar. Todos ellos van a arreglar su vida, no la de sus votantes ni compatriotas. Todos recortan de una manera o de otra, hay otros intereses de por medio. Muy pocos en este país piensan en el bien del prójimo, sólo en el suyo y en su beneficio. Para que las cosas cambien haría falta otra conciencia por parte de la mayoría y todos los de abajo unidos.