La cantidad de leche que tenemos en el pecho se regula mediante la demanda del bebé: cuanto más mama el bebé, más leche sale. Si no dejamos que el bebé mame a demanda o la posición es incorrecta durante la toma, la producción de leche puede ser insuficiente.
Conservar y aumentar la producción de leche se puede hacer con el bebé mamando, o sacándonos la leche manualmente o con sacaleches. A mayor succión del bebé (o a mayor extracción), más producción. El pecho no se vacía, sino todo lo contrario: cuanto más leche se saca, más leche fabrica.
El pecho materno no es un vaso que se llena o se vacía, sino que se regula en función de la demanda de nuestro bebé. Puede ocurrir que pase mucho tiempo al pecho, pero el pecho no produzca suficiente leche si el bebé está en una mala posición durante la toma.
Las hormonas más importantes en el funcionamiento de la lactancia son la prolactina, la oxitocina y el FIL.
La prolactina
Se produce al estimular el pezón (al mamar el bebé) y es la que interviene en la producción de leche. Si el bebé necesita, a medida que va creciendo, aumentar la producción de leche, mamará con más frecuencia para, de una manera eficaz y rápida, aumentar naturalmente la producción de leche. Durante unos días mamará más a menudo, produciendo más prolactina y por lo tanto aumentando la cantidad de leche que produce el pecho para saciar el hambre en la medida justa para él.
La oxitocina
Se produce incluso antes de tocar el pezón, al ver o escuchar al bebé, o al pensar en él. Hace que la leche salga. La oxitocina es la responsable de que en determinados momentos la leche salga "sola", antes de que el bebé mame.
El FIL, Factor Inhibidor de la Lactancia
Es una hormona que está en la misma leche, y que inhibe la producción. Es decir, es un mecanismo de control. Si el bebé mama mucho, saca el FIL y se fabrica mucha leche. Si el bebé mama poco, el FIL se queda en el pecho y se encarga de que se fabrique menos cantidad de leche. Así se regula exactamente, de una toma a la siguiente y en cada pecho por separado, la cantidad de leche que fabrica el pecho.
El mito: "espaciar las tomas para que el pecho se llene". La realidad: espaciar las tomas (restringir la frecuencia de las tomas) afecta a la producción de leche, haciendo que el pecho fabrique menos leche de la que el bebé necesita.
El mito: "tomar algo (o más cantidad de algo) para tener más leche". La realidad: "tener más leche" (de la que el bebé toma) sería innecesario e incluso contraproducente. Si a una mujer cada día le "sobraran" 100 ml en el pecho, en un mes tendría tres litros acumulados. ¿Se imagina cómo tendría los pechos?
Por fortuna, todos los artificios (hierbas, alimentos especiales, ejercicios...) para "tener más leche" son inútiles. Es el Factor Inhibidor de la Leche (FIL) quien se encarga de ello: cuando el bebé no "se acaba" la leche, el FIL se queda dentro e inhibe de forma natural la producción de leche. Y al contrario: si el bebé mamá mucho, entonces el bebé habrá sacado el FIL y el pecho aumentará la producción de leche, de forma adecuada a la demanda del niño.
Si el bebé toma, además del pecho, leche artificial (lactancia "mixta"), las tomas de leche artificial desplazan tomas del pecho. El FIL o inhibidor de leche se quedará dentro del pecho, y este producirá menos leche, en definitiva, menos leche de la que el bebé necesita.
Para el buen funcionamiento de la lactancia materna es necesario que esta sea exclusiva (durante los primeros seis meses de vida) y a demanda. Si solo damos leche materna a nuestro bebé, y le damos cada vez que quiera, y durante todo el tiempo que quiera (en definitiva, sin restricción en cuanto a la frecuencia y duración de las tomas), el pecho fabricará en cada momento la cantidad exacta de leche que nuestro hijo necesita.
Es importante resaltar que "a demanda" o "cuando quiera" no equivale, como en ocasiones erróneamente se interpreta, a "cuando llora". El llanto es un signo tardío de hambre, el bebé que reclama el pecho mediante el llanto probablemente antes lo ha pedido de otra forma (se despierta, se mediodespierta, se lleva los puños a la boca, gira la cabecita...). Hay que estar especialmente atentas en el caso de un recién nacido.
La composición de la leche va cambiando a lo largo de la toma. Al principio es más aguada, al final es rica en grasa. No es lo mismo tomar 100 ml de un solo pecho que tomar 70 del primero y 30 del segundo, o 50 y 50. Solo su hijo sabe cuánto necesita. A veces quieren el segundo pecho, a veces no. Igualmente, las necesidades del bebé cambiarán a medida que vaya creciendo y así irá cambiando la composición de la leche para adaptarse, ni más ni menos, que a las necesidades exclusivas de su hijo. Un producto natural, personalizado a medida del consumidor.
"La lactancia materna no es una delicada flor de invernadero, sino una de las funciones más robustas de nuestro organismo. Una función vital, no para la madre, pero sí para su cría."
Del libro "Un regalo para toda la vida", de Carlos González, pediatra y escritor.