Dar el pecho es un acto natural y por tanto es algo que está al alcance de toda mujer que se haya convertido en madre. Ya durante el embarazo el pecho va preparándose para desarrollar su función nutritiva para con el bebé y tras el parto sólo precisa del conveniente estímulo (la succión) para poner el mecanismo en marcha. Incluso es posible, como ocurre en el caso de bebés adoptados o bebés con dos mamás, en que puede inducirse la lactancia sin haber parto de por medio. Para amamantar sólo se necesita un bebé y una mujer dispuesta a darle el pecho.
La percepción del acto de amamantar como algo difícil de conseguir, se debe precisamente a que muchas mujeres, inicialmente queremos dar de mamar a nuestros bebés, pero por unos motivos u otros terminamos desistiendo en nuestro intento.
Vemos como familiares, amigas, y conocidas dejan de dar el pecho a sus bebés a los pocos meses, incluso a los pocos días de dar a luz, y nos quedamos con la sensación de que la lactancia es muy complicada y que lo más probable es que nosotras sigamos el mismo camino que ellas. Nuestro deseo es dar el pecho, pero tenemos muy poca confianza en que podamos conseguir hacerlo.
El entorno familiar y social de la mujer trata de restarle importancia al hecho de haber tenido que pasarse al biberón, esgrimiendo la manida frase de que “se crían igual de bien”, y de esta manera fracasan miles de lactancias, va extendiéndose la idea de que dar el pecho no es fácil y que si no lo consigues, es “normal” y tampoco pasa nada.
Sin embargo toda lactancia perdida tiene un coste incalculable en salud física y emocional, tanto para el bebé como para su madre.
Pero ¿dar el pecho es fácil, o no? Es un acto instintivo pero también cultural, un arte que se aprende a través de la observación y por tanto para poder ejercerlo es bueno haberlo presenciado antes, estar familiarizado con él. Dar el pecho nos sería más fácil, si más mujeres diéramos el pecho y lo hiciéramos de forma pública, de manera que pudiéramos vernos las unas a las otras amamantando a nuestros hijos, como ocurre de manera habitual en otras culturas. Ver como otras mujeres cogen a sus bebés y los acercan a su cuerpo, como ellos se enganchan a su pecho, que posturas adoptan y que movimientos hacen es fundamental para que tengamos seguridad en nosotras mismas en nuestro nuevo papel de madres amamantadoras. Por eso es importantísima la labor de los grupos de apoyo a la lactancia materna, pues permiten que se reúnan madres con sus bebés y compartan y aprendan de sus mutuas experiencias.
Pero no todo depende de nosotras. La ausencia total de leche (agalactia) es algo bastante inusual, pero pueden existir otras dificultades reales y más frecuentes que suelen poner en peligro la lactancia, por lo que además de querer dar el pecho y confiar en que podemos y sabremos hacerlo, las mujeres tenemos que contar con que puede que se nos presente algún problema y necesitamos saber a donde acudir para solucionarlo.
La triste realidad es que la mayoría de ginecólogos, matronas y pediatras no tienen formación en lactancia, por lo que no son capaces de detectar estos problemas, ni de darles solución. Ante cualquier duda o dificultad obtenemos muy poca ayuda profesional, lo que obliga a las madres a abandonar el pecho muy a su pesar y la leche artificial termina convirtiéndose en la única salida posible. De nuevo las asociaciones pro-lactancia son vitales en este sentido, pues llegan allí donde el sistema sanitario falla y gracias a sus conocimientos, consejos y apoyo se consiguen salvar muchas lactancias.
Por otro lado el apoyo del entorno también es vital para lograr establecer y mantener la lactancia. Todo es más fácil si las personas que nos rodean entienden lo importante que es para nosotras dar el pecho a nuestro bebé, respetan nuestra decisión y nos ayudan en la tarea. Si cuidan de nosotras y nos dan ánimos en los momentos bajos, nos sentiremos fuertes y estaremos fuertes para cuidar a nuestro bebé. Muchas abuelas no dieron en su momento el pecho a sus hijos. Quizá nosotras mismas no fuimos amamantadas y por ello, nuestras madres no sepan quizá darnos buenos consejos “técnicos” sobre como hacer o no hacer las cosas con el recién nacido, pero no es necesario que sepan de lactancia para ayudarnos, basta con que estén ahí cuando las necesitemos sin hacer juicios de valor y que confíen en nuestra capacidad y nos lo hagan saber, para que también nosotras confiemos en nosotras mismas.
En definitiva, dar el pecho es fácil, si se sabe como, si se conocen unas nociones básicas y se respeta la norma fundamental de amamantar a demanda.
Es fácil si el comienzo es bueno, si no hay interferencias, si se tiene seguridad en una misma y se desoyen los consejos bienintencionados pero equivocados. Es fácil si se tiene apoyo, si se tienen fuerzas para enfrentarse a las dificultades y se sabe a quién recurrir para solventarlas. Dar el pecho es fácil si estás dispuesta a darte entera, de día y de noche a ese ser pequeño que te necesita. Es fácil, si logras bajar el ritmo y amoldarte al de tu bebé, si escuchas tu instinto y te dejas llevar. Es fácil si logras relajarte y disfrutar. Y si por momentos no te resulta fácil, piensa que todo tiene solución, que estaréis pasando por una fase que tarde o temprano acabará, que como en todo en la vida hay momentos buenos y malos de los que podemos aprender, y que pasar por esas dificultades y salir de ellas vencedora, te hará sentir más fuerte, más sabia y orgullosa de ti misma. Pensar en la lactancia no simplemente como una forma de alimentar a tu bebé, si no como una experiencia gratificante, una vivencia mágica e irrepetible a compartir con tu hijo, posiblemente hará que para ti dar el pecho se vuelva más fácil.