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- Endometriosis y adherencias
Por Nuria Martínez Esta ampliamente extendida la idea, de que una cesárea es un método rápido y seguro de nacer. Si además se trata de una programada, mucho mejor para todos. Eliges la fecha de cumpleaños, no pasas miedos ni dolores de parto, tu ginecólogo cuadra sus horarios y puedes informar a toda la familia del momento exacto del nacimiento. En fin, es un método ideal. Pero se nos escapa un pequeño detalle, si fuera tan inocuo naceríamos con cremallera de serie en el útero o corregiríamos este error de la naturaleza, implantando una a todos los fetos femeninos. Perdónenme por el sarcasmo. Una, que ha “disfrutado” en 2 ocasiones de este aséptico método, no entiende muy bien si la gente realmente se lo cree o solo lo dice por pura ignorancia. Bueno, ignorancia y falta de sentido común. Una operación quirúrgica abdominal, tiene una serie de riesgos que podemos minimizar si queremos, pero que están ahí. Por un lado, los riesgos de la anestesia, sea esta raquídea o general. A lo que hay que sumar los riesgos (inherentes) de rajar la barriga de una mujer sana, hurgar en su vientre cortando y separando membranas, órganos y músculos, hasta llegar al útero. Hacer una incisión y sacar por la fuerza un bebe. Para luego, volver a reparar y colocarlo todo en su lugar. Como mínimo, sin ser especialista, se pueden ver los riesgos de hemorragia, infección, laceración de órganos internos (vejiga, intestinos…). Pero si te informas un poco, puedes sumar algún que otro riesgo más. Tener un útero poco “colaborador” que no entiende que tiene que contraerse (la extirpación del útero es un riesgo pequeño pero existe), trombosis, infección de orina por el sondaje, etc.
Pero es que luego sales del quirófano y tienes que enfrentarte al dolor. Ese dolor que te parte literalmente por la mitad. La imposibilidad de toser, reír, carraspear. No puedes imaginarte la cantidad de movimientos que requieren los músculos abdominales, hasta ese momento. Cuando te levantan por primera vez (porque ni incorporarte sola puedes) comprendes que el médico olvidó contarte la segunda parte de la operación. Y es que para el médico todo ha terminado. Pero tu estás tumbada en una cama, con una hermosa cicatriz en el vientre y un bebe a tu lado. Un bebe que necesita que lo cojan en brazos, que lo cambien y lo alimenten. Solo aquellas que lo han sufrido pueden entender lo doloroso que puede ser, ver como tu hijo te necesita y no poder hacer nada.
Otro pequeño detalle “sin importancia” que olvidó el doctor, fue explicarte que puede ser normal que cuando veas a tu hijo por primera vez, sientas un enorme vacío. Vacío en tu vientre, pero también en tu corazón. En ese momento te sorprendes a ti misma preguntándote, donde está todo el amor que durante 9 meses has ido almacenando para este momento. Sufres en silencio la vergüenza de ser una madre, que no se enamoró de su hijo nada mas nacer. Le pides perdón cada día, hasta que alguien más informado, o más desinhibido, o más valiente, te dice que ella tampoco sintió nada. Que es algo relacionado con las hormonas, el parto y la cesárea. Para entonces, si no has caído en una depresión posparto, ya te has enamorado de ese bebe hermoso capaz de arrancar sonrisas al mas pintao. Por último cuando la crianza de nuestros hijos y nuestros trabajos, nos hagan olvidar la cicatriz, siempre queda la posibilidad de sufrir adherencias o incluso con un poco de mala suerte
endometriosis. Así que la próxima vez que alguien le cante las alabanzas de una operación quirúrgica solo necesaria en el 10% de los casos. Hágame y hágase un favor, pídale que se informe. Que se pase por este blog o por Apoyocesareas, del reciclaje ya nos encargamos nosotras.